Morirme … ¿Por qué?

Imagen: Niezwykłe malarstwo uliczne

30 octubre 2014

Manuel es un joven veterano de 67 años que vive como quiere, hace lo que quiere y no le pide permiso a nadie para hacer cualquier cosa que le venga en gana. Estuvo toda la vida de apoderado en un gran banco, en la oficina de su pueblo, y nunca fue feliz en él, (en su empleo). Estaba hasta la última gota de su bilis de sus jefes, de órdenes sin sentido, de constantes desautorizaciones ante clientes y de horarios cercanos a la esclavitud, pero todo lo aguantó pensando en su jubilación, en sus aficiones perdidas como el  senderismo o el dominó y en el tiempo que viviría, por fin, sin tener que dar explicaciones a nadie. Se jubiló a los 65 pues quería tener el 100% de su paga intacta, despreciando una oferta que le ofrecieron a los 59, que le suponía una merma que no estaba dispuesto a aceptar. Él soñaba con esa vida y le llegó la hora jubilándose a los 66, (un año más tarde de lo que le que le tocaba), por no sé que razones que afectaban a la cotización de años completos. Su médico le decía: “Manuel, cuida esa hipertensión, no pienses que tienes veinte años, no cometas excesos” . Él nos lo contaba y cuando le decíamos en broma, claro; “Manuel, te va a dar un reventón como sigas así”, pero el, como era un neo-invulnerable recalcitrante, nos contestaba; “Morir … ¿por qué? estoy en la flor de la vida, por fin”. El domingo pasado, cuando apenas llevaba un año jubilado, un ictus isquémico lo ha dejado en el dique seco con las facultades mentales y funcionales perturbadas y es posible que, jamás, vuelva a andar. María, su mujer, no para de decir; “Se lo dije, acepta la prejubilación Manuel, pero él siempre ha sido un cabezón. Ahora vivía como siempre quiso hacerlo, intensamente, era muy feliz”.

Quizás el que nos diseñó se equivocó al hacerlo, debiéramos nacer al revés, es decir, viejos y morir bebés ¿No creéis?

 

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