19 noviembre 2014
Me estaba enfadando y las cicatrices de la moral empezaban a dolerme. Este pu…ñetero ordenador ha decidido darme problemas y a mi, que antes me gustaba pelearme con él y sus antecesores, en una lucha a muerte, es decir, ¡O te pones en marcha o mueres! he decidido, entonces, tras una profunda inspiración pulmonar, darme cuenta que ya nada es como era. ¿Facultades perdidas? ¿Sabiduría esclava? ¿Falta de interés? ¿Amor a lo impropio? ¿Me habré vuelto disruptivo? Me paro y, quizás estúpidamente, me pongo a jugar con cinco frases de mi cajón más oscuro, el de los asuntos a resolver. ¿Qué quise decirme cuando las escribí? ¿Besaré mi mal respirando entre ellos?:
- La vida es como es, solo es la que nos buscamos, seguramente sin saberlo, claro.
- Edad y capacidad de comprender que la negligencia es solo fruto de la ignorancia y no siempre lo es de la maldad. Lo que más cuesta, sin duda, es aceptarlo y en ello estoy.
- A veces, y en cualquier momento, algo pasa por delante de ti que no puedes ver ni tocar pero que se siente como si fuera lo único que quisieras tener.
- La experiencia cultiva la sabiduría, quizás sea por eso que la vida empieza a llenarse de ella cuando se acaba.
- Lo único que nos separa de la muerte es el tiempo y siendo así de importante tal verdad, no lo debiéramos desperdiciar en gestos y gestiones absurdas.
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