14 noviembre 2014
Marta es de esas chicas monas que a sus 58 parece, todavía, un niña. Falda corta, delgadez elegante y arruga alguna en parte visible alguna. Siempre fue y sigue siendo, una gran comercial, don de gentes, buen verbo y cierta coquetería que hace de su gesto una admirable provocación. La encontré en una de esas salas de espera de mis amores, donde la gente habla de sus males mientras desespera con la espera - "Estás guapísimo, Enrique ... para ti no pasan los años ... dile a tu mujer que te vigile ...". Es un encanto, se queda con todos y hasta los más viejos del lugar le echan un vistazo de abajo arriba, al más puro y obsceno estilo del clásico castigador ibérico - "¿Cómo que no tiene cura lo tuyo, Enrique? Mira, yo estoy llena de artrosis, me duelen hasta las cejas, estoy harta de antiinflamatorios, parches de morfina y de Unidades del Dolor. Me voy a lanzar a la lejía curativa, ya no puedo más, Enrique, toma, te he apuntado ahí el enlace de Internet para que te informes, pero no dejes de tomarlo. Los médicos y las farmacéuticas están de acuerdo en no lanzarlo porque cura y eso no les interesa. Hazme caso ... tómatelo y cuanto antes, mejor".
Y Marta, sin que pudiera dejar de admirarla y de escucharla, se marchó como llegó, repartiendo sonrisas y "holaquetales" por doquier y con un paso elegante, contorneante y vibrante ... como siempre fue y es. Viéndola marchar, más que nunca me acuerdo de aquello que siempre me decía mi Madre de la suya ... "La procesión, en muchas y bellas personas, va por dentro".
Enviado de Samsung Mobile Note III
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lA aMABILIDAD ABRE PUERTAS Y CORAZONES Y ES GRATIS
ResponderEliminarEstoy absolutamente de acuerdo contigo amiga Griselda. Este mundo, la Sociedad sería otra si todos actuáramos, simplemente, con amabilidad.
EliminarFeliz noche