La educación empieza en casa
07 febrero 2015
Allá por los cincuenta y pocos, ese niño, con cinco años, se acurrucaba entre las piernas de Ella, bajo la máquina de coser Pfaff, y allí jugaba al ritmo y el traqueteo del coser de Ella. Él le preguntaba sobre los problemas de los deberes, cuando ya tenía 8: “Si compro cuatro manzanas y cada una vale una peseta, ¿cuanto tengo que pagar? – ¿Multiplico o divido?”. Ella siempre le daba solo la solución y luego le decía; “Lo demás lo escribes tú”.
Él fue creciendo enganchado a Ella, a su colegio en el Obispo Irurita, luego a la Academia Martínez en la avenida Gaudí, a la vez que seguía, también enganchado a la novela que daban por la radio de “Vuelo Madrid La Habana”, sin que se perdiera detalle. Mientras tanto Agustín seguía trabajando mañana y tarde, en dos compañías diferentes hasta reventar. Siempre llegaba tarde pero ponía orden a todo lo que se había quedado para su justo criterio y necesaria decisión sobre cualquier asunto doméstico en conflicto.
Más tarde él se fue a la Universidad pero siguió confiando en Ella todos sus secretos, (bueno, casi todos), mientras tanto, Agustín solía decir … “Si no apruebas tendrás que ponerte a trabajar”. A él le tocó hacer las dos cosas y por ese orden, y lo hizo como consecuencia de un malentendido a la hora de decantarse por la lucha estudiantil y/o el pragmatismo, sobre lo de anteponer lo general antes que a lo particular, a la vez que aprendía los conceptos de lealtad, altruismo y falsos amigos.
Ellos, los dos, siempre estuvieron cerca, muy cerca de él, luego él culminó sus estudios, conoció a la chica de su vida, se casó, emprendió su feliz carrera profesional y le fue bien, muy bien. Voló y voló lejos. Mientras eso pasaba, un mal día y otro también, le contaron que uno tras el otro se habían ido por ese emocionante y perverso, camino que debe ser el de hacerlo hacia la eternidad y él, envuelto en pánico se preguntó: ¿Y eso como ha podido pasar sin que la vida apenas me avisara, sin que los haya disfrutado? – Ese niño hoy es un viejo feliz, muy feliz, pero cuando mira hacia atrás, por muchos años que hayan pasado ya, siempre se hace esa pregunta.
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Hay que disfrutar de las personas que queremos porque suele pasar que se van sin avisar, o eso nos parece.
ResponderEliminarEso es, Tracy, pensamos que los tenemos ahí y que cuando tengamos tiempo los sacaremos del frigorífico o algo así y los tendremos siempre a nuestro alcance. No es así ... espero saberlo enseñara toda mi troupe de enanos.
EliminarMuy emotivo, lástima que no podamos cambiar el pasado xD
ResponderEliminarNo, no podemos cambiarlo, maribel.
EliminarUn abrazo de sábado noche mientras me defiendo de la gripe como puedo.