17 agosto 2015
Sabor a pueblo, olor a pueblo, sabor a aquello que cuesta encontrar en el camino de las razones perdidas. Nunca fui tan feliz con solo intuirlo. Son esas cosas que algún día, no se cuando, desaparecieron sin preguntarme nada de todo o de lo mucho que aun me quedaba por saber de ellas. Que pronto ha pasado casi todo, si, ver la silla en donde se sentaba la abuela y que ahora se me ofrece como un privilegio, no deja de ser, tras unos emotivos segundos de reflexión, toda una novedad que debo asumir y que, posiblemente, acabaré aceptando con dignidad, resignación, respeto … y cierta emoción.
Emocionado texto que me ha llegado a mi corazoncito, porque además éstos días me he sentido nostálgica recordando a mis abuelos, en aquellos años donde la vida no marcaba el tiempo con prisas, todo parecía tener otro color y sabor, cuando con pocas cosas eramos tan felices, disfrutando de los abuelos en aquellos tiempo.
ResponderEliminarTe felicito por éste texto tan sensible y que me ha llegado tan cercano.
Besos.
Gracias, Mar de versos, a mi me ha costado escribirlo, bueno, escribirlo, no ... más bien darle al enter.
EliminarUn abrazo de lunes.
Emotivo, Maestro, emotivo y único, porque van siendo pocos los lugares en donde se huela a serenidad, a parsimonia sentida y a saludo para quien sea y cuando sea. El tiempo posee un ritmo diferente donde pretenden acelerarlo.
EliminarUn gran abrazo, querido amigo Enrique.
... y donde pretenden acallarlo, maestro Campillo ... el tiempo existe ... no hay más que mirarse al espejo para darse cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Me has reflejado lo que estoy viviendo yo estos días.
ResponderEliminarAbrazos.
Abrazos, también para ti, Tracy y cuida de esas emociones ... nobles pero muy sentidas
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