18 agosto 2015
Tientas la suerte y hasta te enamoras de la muerte. Pasan los años, las esencias vitales se esfuman y hasta las ganas de buscar un objetivo empiezan a difuminarse en el cuadro del horizonte que programaste a los 20. Te sientes controlado, la movilidad en crisis y las formas en el cementerio. No siempre existe un fin programado, quizás, pero me encanta creer que esta vida tiene algún sentido. No sé, todo es posible, sí, incluso cuando no juegas a la lotería, claro, o eso quiero creer. La suerte, aunque siempre me ha acompañado discretamente, parece la solución de los mediocres y, no, no quisiera abrazarme a ella continuamente, prefiero seguir esperándola en cada esquina, como siempre, en busca de algo más, en busca de esas nuevas emociones que, sin duda, irán llegando …
La suerte no siempre está de nuestra mano, a veces, se nos escapa sin querer.
ResponderEliminarBesos.
Demasiadas veces, añadiría yo, mdv. Lo peor es darse cuenta.
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