jueves, 29 de octubre de 2015

Un “Basta con 7 minutos de sexo para quedar satisfecho” y se armó




29 octubre 2015    -    10 julio 2016

Puede que el día se vaya recuperando, parece que no está todo perdido. Juan me manda un pps cuya presentación lo hace con un: “Ni silicona ni afeitados. Natural del todo”. Las imágenes ni os las cuento, pero el mensaje era muy tierno. Ayer le gastaba una broma a un amigo virtual contándole que me había presentado ante un analista bancario y le dije que quería cambiar Euros por dinero, pero la verdad es que lo hice y la respuesta, el analista, no me la supo dar. Ante ello yo le dije; “Hombre, los árabes y los chinos deben tener todo el dinero del mundo, ¿hay forma de cambiarles mis cromos por los de ellos?” – Mi entretenido y aturdido bancario se quedó mirándome como el que ve a un “cebolletas” en crisis existencial y, seguramente, pensaba que le había tocado a él ser cultivo de santidad en prueba, para no matarme o ponerme de patitas en la calle, pero de pronto se me ocurrió contarle lo que había leído en la sala de espera y que no era otra cosa que un artículo sobre la duración de un coito y/o acto sexual … “Basta con 7 minutos de sexo para quedar satisfecho”, y ya no quería hablar de otra cosa. 

Mi disertación sobre que la única solución al problema financiero europeo pasaba por la de la ayuda del Banco Central Europeo a todos los países, y que debería empezar a emitir dinero electrónico a toda velocidad, eso no le interesaba nada de nada, se había enganchado al iPad, al mío, y no quitaba la vista del artículo. Al rato estaba todo el equipo de analistas encima de mi iPad y haciendo comparaciones varias entre lo suyo y lo del de al lado. O sea, de donde meter el dinero NPI, pero de sexo, tampoco. 

¿Donde habrán estudiado, DM?, se preguntaba y me preguntaba un sufrido cliente que estaba en la mesa de al lado y que había sido abandonado, cruelmente, por su analista, por culpa de mi iPad y sus imágenes.

Conclusión: Háblale de amor y de sexo a un Bancario y puede que no te de mpc*, que como todos sabéis, es lo que hacen todo el día y todo el tiempo, pero eso sí, lo hacen por orden de sus Jefes, los de las LPM, (Liquidaciones y Pensiones Millonarias). Ni saben que hacer con el que les traes, ni dan un euro prestado a nadie, ¿entonces?

mpc*: Una forma vulgar de decir que te fastidian.




4 comentarios:

  1. Hola: no tengo duda que se quedarían todos analizando el artículo y después harían un debate. Me viene a la memoria el papel de los mandatarios de los organismos internacionales, como el exdirector del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y sus aventuras no financieras y sí sexuales... seguimos en contacto

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    1. Así es Marta ... todo un submundo de hombres para el horror laboral. ç
      Feliz noche

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  2. etarrago dijo:
    30 octubre, 2015 en 15:05 (Editar)
    Yo, que ya soy muy mayor, ecdm, también me acuerdo de aquellos tiempos en que el empleado o hasta el Director del Banco salía a saludarte cuando apenas pisabas la oficina bancaria. El deterioro del espíritu profesional de los nuevos lobos del buen hacer bancario, solo es una muestra más de la frivolización y deshumanización, no solo de la banca, sino de todo el mundo del negocio y hasta del comercio. En fin, permítaseme estas lágrimas aquí vertidas, amiga ecdm, y que nadie, y mucho menos uno de esos bancarios del ayer, se me enfaden por ello, pues nada tiene que ver con ellos, más bien todo lo contrario, se les añora y hasta se les recuerda personalmente, casi como al médico de familia de los 50.
    Feliz viernes.

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  3. etarrago dijo:
    30 octubre, 2015 en 15:14 (Editar)
    Ya le he explicado, (más arriba), a ecdm, que estas lágrimas son solo un reclamo nostálgico para que ojalá volvieran las praxis de los empleados de Banca del ayer. Hoy, el mundo del trabajo tiene otros objetivos, quizás más eficaces crematísticamente hablando, claro, pero la deshumanización no se si ayuda a la supervivencia de los negocios de la índole que sea, no siendo la Banca, precisamente, un escaparte de negocio que se quede único en las formas. Esa es mi pena, nuestra pena, María.
    Un abrazo de viernes.

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