Fotografía de Joel-Peter Witkin
10 septiembre 2016
Nada mejor que pasar un viernes la nuit en un lugar adecuado con música, copas, alterne, amigos por todas partes y, además, rodeado de gente dispuesta a olvidarse de su condición más sensualmente traumática cual es la de ser dependientes de sus descendientes, de sus males, de sus dolores y hasta de sus más recónditos rencores. La vida no les ha perdonado ser fieles, ser luchadores y hasta eso de ser muy ahorradores. Todo se les ha ido al patrimonio del infierno pues aunque muchos y muchas ya son felizmente viudos o viudas y otros felizmente casados o juntos, viven en su fantástica y libertaria soledad, olvidados y olvidadas de los suyos, pero lo sufren con orgullo, tragando la saliva de la incomprensión de esa transparencia en la que viven dentro de una sociedad que no los ve, ni los valora, salvo a la hora de llevar a los colegios a los más pequeños, a comprar el pan, arreglar la casa y/o a la de andar llorándoles para arrancarles una buena parte de sus ganados ahorrillos con cualquier razón que más ahonde en sus nobles y maltratados sentimientos. Es la noche de los más viejos corazones en la que, hagan lo que hagan, nadie les querrá como nadie lo hizo ayer y aún menos como nadie hará mañana. Es una noche en que todo es azul, solo sonrisas, charlas inconsecuentes, pases de modelo imaginarios, toreo fino y verbo inaudible ... es la noche de los veteranos aún vivientes ... es su noche de felicidad más rabiosamente exultante ... es su noche libre.
enriquetarragófreixes
Qué triste, Enrique. Lo escribes de manera conmovedora.
ResponderEliminarBesos
Sí, a veces la realidad me envuelve demasiado, amiga Celia. Tendré que deshacerme de esa pena que noto en los otros ... mis amigos.
EliminarUn abrazo y feliz noche
Ahhh, ya lo has solucionado :)
ResponderEliminarUn pequeña problema en la configuración de arranque del Blog.
EliminarGracias por avisarme