24 septiembre 2016
Me preguntaba esta madrugada mientras entraban las primeras luces entre las rendijas de la persiana anunciando el nuevo día, que es lo que Él pensaría cuando nos llevaba todos los domingos a ese deseado y siempre sorprendente paseo matinal y se quedaba mirándonos de modo feliz y ausente. Ni siquiera supe si tenía problemas en la oficina para mantener el cargo o el empleo. Tampoco sabía si tenía problemas para llegar a fin de mes o que esfuerzo tendría que hacer para pagar todo el amplio material escolar de todos mis hermanos y el mío propio. Quizás, tampoco, sabía o podía saber, que había sido de su juventud envuelta y truncada por esa maldita Guerra del 36. Nada que saber sobre sus largas jornadas laborales, doble empleado, y qué solo hablaba y hablaba en las cenas de sus problemas laborales con Ella y solo con Ella, en un aprendizaje improvisado y nunca olvidado sobre lo que es vivir con y para con Ella. Nada que saber sobre como sucedió, pero se pasó toda una vida sin que yo pudiera saber todo lo que sufrió y hasta lo que vivió y como lo vivió. Nunca sabré como fui tan estúpido para dejarle en un rincón de mi vida mientras intentaba desarrollar la mía. Nunca sabré, ni entenderé, por qué un día se fue y yo no supe ni por qué fue, ni por qué no tuve nunca un largo momento para saber de Él, de su vida, de sus problemas ... nunca entenderé, ni sabré como pudo pasar que Él muriera sin pedirme permiso, sin avisar ... solo se fue y yo no pude decirle ... adiós Papá. Nunca lo sabré.
enriquetarragófreixes
Nos pasa a todos. Me pasó con mi abuelo. Ahora no entiendo cómo no indagué mucho más en su vida, como no me interesé por conocerle más a fondo.
ResponderEliminarBello post.
Besos, Enrique.
Gracias, Celia ... ya sabes, pequeñas heridas que nunca soy capaz de olvidar. Feliz domingo
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