28 julio 2017
Hace un momento me preguntaban si esas notas que escribí aquí hace algún tiempo era un texto mío y yo les he respondido que sería lo mas probable, pero mis dudas salen de que las escribí como un autómata un buen día al mover el nalguero de la cama. Hete aquí el texto homosexuado y virginal, el cual, sin pudor alguno, salió a la luz de mi teclado sin que yo mismo lo apreciara:
“Mis manos temblaban cuando ella me miraba, una caricia en la cara me hacía estremecer.Yo tenía diecisiete y ella veintidós.
Mis manos ya no sentían zozobra, mis brazos y mi entusiasmo, se llenaban de labor, los gemidos sensuales eran como la antorcha de una pasión sin escrúpulos. Brotaban las espinas pero no las podía sentir, mis ojos no eran capaces de ver mas que lo que mostraban sus deseos. Yo tenía diecisiete y ella treinta y uno.
Las piedras cerraban el camino, los recónditos espacios sensuales de su imagen bella, se mantenían como la nieve de invierno en las cumbres, solo la desesperación que produce ver los sentimientos apretados sin salir, en el principio irrenunciable del ser, permite mantener la esperanza de un sueño eterno y obyener de ello la fuerza necesaria para apartarlas. Yo tenía diecisiete y ella cuarenta y cinco.
No hay luz, no hay ruido, vive el sentimiento pero hay un calor ausente que no me deja abrir los ojos. Estiro el brazo todo lo que el alma me deja y no hay nada, solo una sábana fría al otro lado de la cama. Yo tengo diecisiete y ella tendría sesenta y nueve.”
Buenos días. Cosas así solo se pueden escribir si tienes un corazón abierto y enamorado. Aún con sábanas frías y los ojos en la cima de la estrellas no dejes de tener diecisiete y ella por lo menos noventa y ocho. El amor descendió hasta tu teclado y solo lo dejaste fluir. Felicidades. Feliz viernes.
ResponderEliminarGRACIAS AMIGA PAZ ... FELIZ VIERNES, TAMBIÉN, PARA TI
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