Imagen. Antonio Mora
25 julio 2017
“Escuchado en un mágico lugar que ahora no recuerdo ni donde, ni cuando, ni por qué”.
No sabía muy bien por qué vivir. Me
había convertido en un parásito, sin utilidad alguna para nadie. Mi cuerpo se había desplomado, mis neuronas musculares agotadas buscaban lugar en seco y mi deriva era como la del Titanic una vez rozó ese maldito iceberg asesino. Tampoco nada que hacer,
nada que decir que alguien quisiera escuchar, nada con lo que soñar … me había
convertido en un ser invisible para quienes no tenían obligación de contemplarme
y una carga estúpida, un viejo plomizo, un “palizas”, para quienes debieran
sentirse obligados a prestarme atención aunque solo me aguantaran para saber si su
herencia peligraba o se consumía indebidamente ... o en que plazo quedaba disponible.
No tenía objetivos, ni deseos, ni
juegos prohibidos a los que recurrir, ni copas que tomar, ni comilonas mensuales
que celebrar con aquellos que un día dependían de mi favor o de mi amistad. Todo
estaba prohibido. Mis amigos, por llamarles de alguna manera a los conocidos, se
estaban muriendo uno a uno con uno u otro mal, la vida era una verdadera mierda
y una buena mañana, sí, una de esas en las que tienes que ir al médico, no por
decisión propia, sino por la de alguno de todos aquellos que necesitan que hagas
gasto en un hospital privado y quieren que te hagas unas pruebas para saber que
te queda de vida, decidí plantarme, sí, decidí no ir a ninguna parte, bueno, a
ninguna parte no, decidí morirme … y me morí.
Ahora estoy genial, ya nadie me dice lo
que tengo que hacer; puedo tomar café sin que me llamen la atención; Dios es un
tipo de puta madre, me lo permite todo incluso que sea catalán pero lo hace con
la condición de que no sea separatista de mierda; ahora puedo comer arroz a
banda como un verdadero cerdo con cucharas llenas en lugar de “a poquitos” como
correspondía a un viejo de mi culto social; puedo beberme una Paulaner de dos
tragos sin que nadie me diga … “Un día te va a dar algo”; puedo darle al
tetrabrick de la leche de soja bien fría sin que me reprochen eso tan conocido
de … “esa forma de beber de un trago y de la nevera, te va a matar”; puedo ir a
descargar mi próstata a cualquier inodoro con tapa subida sin tener que sentarme
ni preocuparme por el chorreo que “dejas alrededor de la tapa y del suelo”; puedo quemar las tostadas y comérmelas sin que me digan que me da a dar un cáncer de páncreas; puedo tomarme dos cubatas de Bacardi-Cola sin que me digan que me da a dar una
neurosis encefálica; puedo hacer fotos a mi gusto a cualquier hora y en
cualquier lugar y posición sin que me digan … “Estás haciendo el ridículo con
tanta foto inútil, además no te sale ni una bien”; puedo, por fin, ponerme las
camisas por encima del pantalón sin que parezca un camarero de restaurante
barato o un viejo casposo; puedo reírme de cualquiera o comentar cualquier cosa
de cualquiera sin que me reprochen que … “Ya has metido la pata como siempre”;
puedo opinar sobre las cuestiones del ladrillo sin que ningún ser cercano me
tenga que decir que no tengo NPI pues ayer en un programa de la Cinco han
explicado como se reparan las grietas de las paredes de casa, obviando mis
largos años en la universidad del ladrillo; puedo … puedo … puedo hacer tantas
cosas que si lo sé, seguro, me muero
antes.
Si estáis como yo, no lo dudéis,
morirse es una opción aceptable, es la más sensata una vez agotadas las del darle
sentido a la vida.
N: Esta declaración nada tiene que ver con la realidad de ser vivo conocido alguno y cualquier parecido con alguno de ellos es una pura casualidad.
+N: Oído en una taberna de barrio donde solo dan cafés y tienen inodoros sin tapa para prostáticos ... "Más vale vivir bien para morir mal, que vivir mal para morir bien".
N: Esta declaración nada tiene que ver con la realidad de ser vivo conocido alguno y cualquier parecido con alguno de ellos es una pura casualidad.
+N: Oído en una taberna de barrio donde solo dan cafés y tienen inodoros sin tapa para prostáticos ... "Más vale vivir bien para morir mal, que vivir mal para morir bien".
Pues a pesar de todo eso, como no sabemos lo que hay más allá de las nubes y aún sufriendo de cerca o de lejos la "cantinela" esa de ...no hagas, no bebas, no debes, mira que,.. creo que se está mejor aquí abajo... de momento. Siempre habrá alguien que rompa las reglas, es parte del juego ¿Estaremos equivocados los demás? Quiero y deseo pensar que no. Feliz tarde.
ResponderEliminarPsssssssssssssss, amiga Paz, yo también lo creo.
ResponderEliminarFeliz tarde
Emrique, chico, me dejas de piedra, que forma mas auténtica de decirle adios a la vida si no viviendo!!!!!!!!!!!!! si señor, con dos guevos, bueno uno solo que si no puedes ser que te suba el colesterol! jajajajajajaj!! si es que esta vida es vida mientras vive uno muriéndose, que son dos días! y al tercero....otra vez a vivir, que ruede que ruede, abran juego señores! y usted, si usted, el pasmao que me está mirando, deje de contarse el dinero que le queda en los bolsillos y juegue! a que espera!
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Eres genial, amigo Toni.
EliminarUn abrazo muy fuerte
Madremía.... que manía te ha entrado con la muerte...
ResponderEliminarPsssssssssssssss, Tracy, no la nombres que viene
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