martes, 26 de septiembre de 2023

Lucía: Una princesa de honor en la sala de neumología

Surrealismo de Thoma Barbey, que nada tiene que envidiar a la realidad del día a día


26 septiembre 2023

- Hace solo un rato hablaba con alguien muy querido sobre la importancia de saber sentir todas esas extrañas sensaciones que, a veces, se cuelan en nuestro escenario vital sin que podamos entender por qué. Te vas una mañana a Neumología, en el Hospital de San Juan y/o seguramente, a cualquier otro hospital, y, demasiadas veces, solo sentándote allí, en la sala de espera, observando, te das cuenta de lo agradecida que es la vida y de lo mucho que se puede sentir siendo “un ser menor”.

- Ella estaba allí, sentada, sonriente, con cara de hacerse amigo de cualquiera que se lo propusiera. Me miraba y le correspondí. Hablamos del calor, de las esperas en esas odiosas salas de espera de los hospitales y hasta del día tan magnífico que hacía ahí afuera, si, lo que se nos ofrecía detrás de la ventana.

- Era joven, quizás 25, su madre tendría mi edad, cara curtida por el paso de los años y, sospecho, que por alguna desdicha.

- Ella, la madre, la trataba como si fuera una princesa, no sonreía, pero no hacía más que estar pendiente de cualquier gesto de su niña.

- Le ofrecí el periódico a la madre, pero ni me contestó. Al instante la niña, con esa jovialidad que uno solo cree ver en los jóvenes felices, empezó a hablar de sus sobrinos, de su Manuel, que al parecer era un pretendiente, y, por lo bajo, me contó que su padre había muerto el año pasado de un cáncer de colon y que su madre aún no lo había superado, por eso me rogaba que no le tuviera en cuenta su “careto” (sic).

- Se atrevió a hablar de fútbol y hasta de moda, incluso de las obras que nunca se acaban en la rotonda junto al Tanatorio, pero ella no dejaba de brillar, era un torbellino de fuerza, de vida y de saber estar.

- Al rato la llamaron y su madre, al levantarse, dejó caer una pesada bolsa de viaje sobre la manta que cubría sus piernas en la silla de ruedas y me quedé atónito al ver que la bolsa se hundía hasta el suelo del asiento de la silla aplastando la manta hasta dejarla completamente plana.

- Me quedé sin habla y hasta se me hizo un nudo en la garganta, pero ella me dijo: “Yo soy, Lucía, encantada” y me dio un beso de despedida en la mejilla que nunca olvidaré, ni el beso, ni el momento.

@etarragó


Cinco de mis mejores refugios


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8 comentarios:

  1. Otra bella historia que confirma, una vez más, que no todo está perdido. Que siempre hay alguien "ofreciendo su corazón"
    Muy humana, muy "Enrique", gracias por compartirla.

    Y un detalle no menor: ¡Cómo esa joven no iba a ser genial si se llama Lucía! :):):)
    Otro abrazo

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    1. La verdad es que sí, Lucía es un nombre precioso, dulce Lu-cía. Por cierto hay una bella canción de Serrat que es una de las más bellas canciones de la historia de la música.
      Hay tanta buena gente por el mundo con sus historias para ser contadas y escuchadas, que no entiendo por qué solo es noticia lo malo. Bueno, sí lo sé, lo malo divierte, lo bueno aburre.

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  2. Lloré.
    La vida nos da lecciones a diario y las personas nos dan sorpresas, para bien y para mal.
    Hay gente que brilla siempre , aunque su vida haya estado teñida de situaciones terriblemente desafortunadas .En el lugar que vivo que es costero pero alejado del centro hay mucha gente deportista y todas las semanas veo pasar jovenes ( muy jovenes) , participando en maratones con sus carritos porque no tienen piernas y al mismo tiempo que pasan ellos felices por la ruta corriendo veo a otros practicando surf en el mar y uno se pregunta tantas cosas.. y piensa en el dolor de las familias y en sobrellevar todo esto, nada facil... y es ahi cuando vemos "nuestros problemas " bastante insignificantes como para ponerle quejas a la vida.Que hermoso ese encuentro que has tenido...sin dudas no lo olvidaras ... Brilla Enrique que seguro estas entre nosotros para ello. Mi abrazo agradecido para vos.

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    1. Gracias, querida Eli, no me extenderé en elogios hacia ti, porque ya puedo parecer pesado y hasta enganchoso, pero gracias, muchas gracias, querida amiga, eres un ángel.
      Un abrazo muy fuerte.

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  3. Es una bella historia y esa niña es muy fuerte. Te mando un beso.

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    1. Sí, yo como Eli, lloré cuando estuve allí y cuando terminé de escribirlo, amiga Judit.
      Un abrazo, escritora.

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  4. Aleccionnte relato. Aún se puede reir. Un abrazo. Carlos

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    1. Mientras haya seres como Lucía, hay esperanza de que el mundo no muera, amigo Carlos Augusto.
      Un abrazo

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