Mi querido sobrino, el Advocat, sin querer decirme aquello de; “Tío, es lo que eres”, no, no me dice eso, pero me manda una parrafada sobre un verídico suceso acaecido en una de las barriadas más impúdicas de la Ciudad Condal, como dándome a entender cuál es la manera de resolver los problemas sin entrar en riesgos.
No necesita explicación, es algo muy real que no solo le pasa al cura del barrio, le pasa a casi todo el mundo sin tener necesidad de pasar por el seminario.
Dice así:
La sobrina del párroco regresa a su casa después de mucho tiempo de haberse ido. El tío comienza a regañarla, diciéndole:
- ¿Por donde estuviste tanto tiempo, desgraciada? Porque ni siquiera escribías. Tu madre ha estado desesperada.
La muchacha, llorando, le contesta:
- Perdón, a todos, me tuve que volver prostituta.
- ¡Largo de aquí, desvergonzada! ¡Mala mujer, Dios te castigará!
- Como ordenes. Yo solo vine a entregar este abrigo de visón y las escrituras de una casa a mi mamá, una cuenta de ahorros con 50 millones de dólares a mi hermanito y este Rolex de oro y el Cadillac negro que está en la puerta para tí, querido tío.
- ¿En que dijiste que te has convertido, niña? - preguntó el párroco algo confundido.
- En prostituta.
- ¡Ah, qué susto! Yo había entendido protestante.
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Jajajaja si poderoso caballero es D, Dinero
ResponderEliminarSin mala intención, siempre, Griselda, pero es que los curas ...
EliminarFeliz noche
El poderoso caballero...NO, yo diría más bien el asqueroso dinero. No tiene otras palabras y yo procuro ser educada y contenerme. Feliz noche.
ResponderEliminarjajaja, vaya amiga Paz, ¡¡¡ como estamos hoy !!!
EliminarAnimo, ya es la hora de soñar.
Un abrazo