05 octubre 2017
El olor delicioso a café y a humo de un, ahora, desagradable "malporro", ameniza las desdichas dialécticas de esta madrugada cuando alguien me toca un tema cercano, es decir, que me suena.
- "Mira, Enrique, no lo entiendo, mandan a bautizar a mi nieto en la Iglesia del Pueblo y el cura les impone la hora, el día, que los padres, junto a los padrinos, tienen que hacer un curso por las tardes de no se cuanto tiempo de duración y que, además, los cuatro deben estar con la confirmación hecha"
- ¿Y tu hija que va a hacer? - "Pues han decidido que el niño se bautice cuando tenga uso de razón y sea él mismo el que lo decida".
- "Mira, Enrique, no lo entiendo, mandan a bautizar a mi nieto en la Iglesia del Pueblo y el cura les impone la hora, el día, que los padres, junto a los padrinos, tienen que hacer un curso por las tardes de no se cuanto tiempo de duración y que, además, los cuatro deben estar con la confirmación hecha"
- ¿Y tu hija que va a hacer? - "Pues han decidido que el niño se bautice cuando tenga uso de razón y sea él mismo el que lo decida".
Eso de tomar café por la mañana nos está haciendo a todos menos creyentes o más pecadores, no sé, quizás convenga apuntarse al carajillo a ver a si así lo vemos todo mas claro, no sé, necesitamos creer en algo y no sé si alguien hace algo en esa dirección. "Yo me apunto al optimismo", he dicho, y nadie se ha reído, la cosa no está para bromas.
"Hasta mañana, amigos del café".
"Hasta mañana, amigos del café".
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