13 febrero 2018
– Me decía mi querido Párroco y amigo mortal, una vez he obtenido su absolución diaria de todo pecado también mortal, que su mundo, el de su edad estudiantil, era agresivo para las cuestiones sociales, políticas y hasta libertarias, para conseguir un mundo mejor, igualitario entre sexos y de futuro inmejorable para esa condición de igualdad, pero nunca hubiera creído que en el siglo XXI el culto a la belleza de la mujer y su adoración expresada en forma verbal se hubiera convertido en un pecado, si no mortal, cuasi. Y ante mi sorpresa – y para apoyar su sermón – el siempre sorprendente enviado del Vaticano a mi linda Iglesia no cercana, me muestra en su iPhone la imagen que he colocado arriba de estas lágrimas en forma de liturgia prosaica no concebida, ni convenida, previamente.
– Oye, portavoz activo de la nueva y moderna forma de hacer Iglesia Católica – le he dicho con cierto rintintín a mi querido y admirado Cura – ¿Desde cuándo os preocupa al neo-clero lo de decirle o no decirle “tía buena” a una señora de buen ver si vosotros aún andáis con la enclaustrada vida sexual del celibato de los Ángeles de Dios? … y él, mi querido, mi admirado, mi idolatrado Cura me ha repli-contestado: ¿Y a ti – viejo sabio de la nada – quién te ha dicho que eso es o debe ser, así?
– Me encogí de hombros, sonreí y le lancé a mi querido amigo del clero en el que creo, una mirada de complicidad que Él, sin duda, entendió y agradeció.
– La vida real no es siempre la que nos gusta vivir, pero si ahondas en la profundidad de los sentimientos de quien dice vivirla como se debe y no como se puede, es aún, si cabe, más bella y prometedora de lo que parece.
– A esa sensación de que la vida puede, debe y será, más bella según la vayamos entendiendo las viejas y nuevas generaciones … yo me apunto, sí, yo necesito creer en ello … y eso me gusta.
Mira Enrique, leyendo tus conversaciones con el cura, siempre me viene a la cabeza la gran novela Don Camilo. Sí que salvando las distancias, sobre todo las tuyas con Pepón.
ResponderEliminarPodías escribor un libro solo con esos diálogos que se desarrollan en la sacristia.
Un saludo.
Lo he pensado alguna vez pero no tengo vida suficiente para escribirlo, es decir, no tengo cien años por delante querida amiga Conchita. Por cierto, lo de Don Camilo es, ciertamente, un personaje 10. Vi una serie de TV del mismo nombre y autor, que me encantaba.
EliminarFeliz tarde
Bueno, en realidad sería recopilar las conversaciones que has ido publicando. Las cuentas con gracejo. Ánimo
ResponderEliminarGracias Conchita, creo que uno de mis nietos se dedicará a ello.
EliminarUn abrazo
Será estupendo, un nieto que quiera contar "las batallitas" del abuelo. Ya ves, hasta podemos resultar interesantes para ellos. Yo, a los nietos que viven en Tarragona, cuatro y ocho años, les envió cromos de los que coleccionan en ese momento, y una carta. Lo reciben con verdadero entusiasmo. Supongo que algo más los cromos que la carta, claro. Pero es una manera de crear lazos y dejar recuerdos.
EliminarYo también voto por eso, pero creo que es difícil.
ResponderEliminarUn abrazo, Tracy, muy difícil
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