01 febrero 2018
– Tuve esta noche un extraño sueño: Me iba de viaje pero no sabía hacia donde, ni el porqué.
– En el viaje hablé con una bella cuasi sesentona de muy buen ver que tan solo verme me dijo: “Vaya, Enrique ¿Tú también te vas a las Islas?” … y yo no supe contestarle, sólo pude hablarle del mal de culto de algunos feriantes, del horror de las neuronas con genes infértiles, de la sinceridad de las largas noches de rosas y amantes arrepentidos y del amor de los proscritos.
– Al final del largo viaje desembarqué en una Isla que parecía extraída de un cuento de Dickens … humo, cielo gris, casas viejas y una enorme estatua en el centro de ese incoloro, pero bello paisaje, que parecía representar al más extraño Dios de los sueños y de las causas por emprender aún y con final incierto.
– Una susurrante y cálida voz inundó mi ser y mi oído derecho, (el aún y único útil) … “Cariño: ¿Estás otra vez soñando?” … creí estar, por fin, en ese cielo prometido en mi Primera Comunión si mantenía una vida fuera del pecado mortal y sí, estaba en él, abrí los ojos y allí estaba Ella, viva, a mi lado, dándome calor … el sueño se hizo realidad.
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