Publicado el 28 abril, 2018 por
28 abril 2018
Tenía un grave problema: Caligrafía, un 3, esa era mi nota en el fin del primer trimestre del 55/56.
Mi padre montó en cólera y me hizo escribir en un papel. Se dijo: No puede ser, hijo, tienes una muy buena letra.
Mi padre se atrevió a acercarse al Colegio, (Obispo Irurita), y le preguntó a mi querido profesor sobre la nota, el cuál le enseñó a mi Padre el cuaderno de caligrafía y se quedó asombrado al ver lo horrorosamente mal que estaba mi caligrafía.
Mi Padre me miró muy colorado, y me preguntó; Qué pasa aquí, Enric, hay dos trazos en cada letra, como si la hubieras repasado?
Me pidieron que escribiera en una hoja en blanco y vieron que mi letra era perfecta
Ambos se miraron y me preguntaron por qué había dos trazos en el cuaderno, en cada letra
Con la cabeza gacha les dije: Es que termino enseguida y el maestro nos dice que los que hayamos terminado que repasemos y yo es lo que hago, vuelvo a escribir sobre la misma letra.
Ambos se volvieron a mirar, se rieron y a mi me pusieron un 9 en Caligrafía.
Entonces había 60 ó100, alumnos por clase y aunque no era excusa, el maestro entonó su mea culpa y mi Padre se deshizo en elogios hacia el Maestro por su capacidad de reacción. Eran otros tiempos, no sé si mejores, pero fueron los nuestros.
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Pobre niño incomprendido. Buenísima la anécdota. Supongo a cuando hicieras planos y demás en tus futuros proyectos, no serías "tan trabajador"
ResponderEliminarUn saludo, Enric
Pues sí lo era, querida Conchita, mi trabajo fue, demasiadas veces, lo primero y eso aún y sin arrepentirme, no creo que hoy hiciera lo mismo si me tocara tener la misma edad en la que era el trabajo cuasi todo mi tiempo.
EliminarFeliz noche, amiga