Fotografía de kirill Oreshkin
27 mayo 2018
Soñaba esta madrugada que quién nos diseñó se le olvidó contarnos que había un gran factor que nos hacía variables y con ello, vulnerables, sí, y ese era el implacable, el tiempo. Un hábil enemigo que consigue que variemos nuestros gestos de tal forma que con su presencia lleguemos a entender algo que sin él, en otra era, hubiéramos defendido hasta la muerte. Menos mal que, en otro sueño reciente, vi que lo esencial, y hasta incluso en alguna parte de mi y, también, en algunas personas que, incluso y por raro que parezca, conozco y existen, permanece.
Por otra parte, fuera de cualquier realidad y envuelto en otra de mis revelaciones nocturnas, veo que tengo ilustres y conocidos amigos a los que gusta decir eso de que la vida es esa cosa que sucede mientras hablamos de ella, pero yo, puestos a soñar, tiendo más a integrarme en ese grupo de gente rara que piensa que la vida es esa cosa que sucede sin que te des cuenta de que existe hasta que la descubres, de hecho, hace no mucho tiempo tuve una profunda charla con ella y me pareció una señora tremendamente interesante. Desde entonces y siempre que puedo, tomo café con ella … y alguna copa. Debemos entender, no obstante y para no equivocarnos, que en cuestiones oníricas … casi todo vale y eso, sin que nadie deba proponérmelo, yo soy el mayor pecador si hay ocasión que como tal se muestre al alcance de mis sexagenarios y veniales sentidos.
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