jueves, 11 de julio de 2019

Confieso que me confesé ante Cohonesto


11 julio 2019


Confesarse ante un árbol, por muy elegante y hermoso que parezca, puede parecer una gilipollez, pero no lo es. Lo importante es saber hacerlo, es decir, es como hablarle a un espejo. Poder, creer y no reírte cuando pasa algún compa de tertulia de la cosa de los males de la salud, de la política y de los amoríos imposibles de otro tiempo, claro, y te ve allí rezándole al arbolito con cara de "yonofuí", es todo un reto. Lo peor es cuando el tío, muy cruelmente, acaba partiéndose el culo al verme ahí. 



Luego, sin girar la cabeza nunca hacia atrás, andando hacia el nuevo mundo, me di cuenta que llegué al límite de la locura pseudodepresiva que me invade desde hace más de treinta años, lo sé, pero ahora empieza a dejarse ver a la que abres el escote neuronal, o bajas la cremallera de las emociones veniales para tranquilizar la glándula prostática. 




Todo parece pura locura o un gesto de estar al borde de amputar las neuronas de la razón.



Nota: Disculpad si no viajo mucho a los blogs amigos como he podido hacer siempre, pero últimamente no ando muy fino de salud y eso me produce mucha fatiga y me roba mucho tiempo.

2 comentarios:

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