viernes, 16 de agosto de 2019

Un día nos llamamos y comemos



16 agosto 2019
– Pensé que podía girarme para ver el reflejo del sol en el agua del estanque de la Plaza de España, y zas, me tuve que apoyar en una escogida y santa sesentañera para no besar el suelo. ¿Está usted bien? – me dijo. No también como usted – le contesté.
– Paro en un bar oscuro, oculto y con paredes llenas de lagrimones grasientos con un bendito olor, todo el local, a fritanga prohibida, y le digo al Mozuelo Santiaguero que lo regenta: “¿El aseo para prostáticos sin fronteras? y el chico de la Chile profunda sólo levantó un dedo indicativo del lugar a peregrinar pues allí, en la dirección indicada había en cola tres abuelos de mi edad que, seguramente, ya irían “pata abajo” desahogándose. Finalmente fue todo bien, es decir, sin humedades impropias, incluso me tomé antes de irme un café descafeinado como manda la Santa Inquisición anti alcohólica de mis amores.
– Una vez desahogado y las rótulas proximales y distales, engrasadas, me puse a andar en dirección al Mercado Central de la City y allí sucedió lo mejor de la mañana, sí, me tropecé con el niño Jesús, ¡¡¡jajajaja!!!, pero no el auténtico, no, me encontré a Jesús, ese aparejata, (aparejador en versión in), amigo con el que compartimos pan, sudor, ladrillos y bonux, por nuestras bondades a la hora de saber invitar a la gente del Poder a lo que sea, que no siempre es una comida en Zalacain o en el Viridiana, que también, pero no, es siempre algo más tangible y no hablo que eso fuera, siempre, dinero.
– El Jesús no nazareno de mis mejores tiempos profesionales, me dijo: ¿Nos sentamos ahí en esa cafetería?, dije  que sí, claro, y tras una larga conversación sobre recuerdos y guerras profesionales compartidas que aquí no puedo, ni debo contar, va el Jesusito y a eso de la hora de despedirnos, me dice al oído: “Oye cabronazo ladrillero: ¿Tú sabes por qué aún estamos vivos?” – NO – le contesté. “Pues porque nunca hemos contado a nadie lo que hicimos”- me apostilló de forma concluyente.  Y yo que tengo muy mala memoria le dije: “Mira Niño Jesús, no sé de que me hablas, no tengo NPI de nada, además, si pasó, no me acuerdo”. Y con una sonora y larga carcajada, Jesús me dio dos palmadas en la espalda, me revolvió el pelo, (el muy marinerazo), y mientras empezaba a andar y a modo de despedida, me soltó eso tan alicantino de … “Un día nos llamamos y comemos …”
– Ya veis, cosas del cada día que hay que aguantar estoicamente, como un Santo en el patíbulo, más o menos. Y es que yo nací para Santo ¿Verdad?

 EnriqueTarragóFreixes

2 comentarios:

  1. Te diré que eso de "nos llamamos y comemos" se dice en todas partes, pera luego no quedar.

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    1. Exacto, Tracy, exacto. Nada cambia, solo nosotros.
      Un abrazo de sábado

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