Norman, el yo siempre por delante, la amistad y el "estoy mejor que nunca"

05 enero 2020

- Cuesta mucho acostumbrarse a poner 2020, no es fácil hacerlo sin equivocarte pero eso me da pie a desayunarme, como he hecho sentado en la mas estricta soledad de mis pensamientos y me he puesto a revisar el siempre caótico bienestar que producen las eufóricas  felicitaciones que por estas fiestas cada año recibimos. 

- Hay unas que se hacen de forma sistemática, es decir, te contestan a una tuya con el sabido … “igualmente para ti y para todos los tuyos” o aquél mas cachondo e impersonal, como es el que se hace lo de siempre y, además, se añade eso de “y un Próspero y venturoso año nuevo”. 

- Recuerdo, cuando me tocaba enviar las cientos de felicitaciones en postales preciosas que emitía cada una de las tres empresas para las que tuve el honor de penitenciarme desde que en el 79 tuve cargo para ello, que nunca quise firmarlas sin dedicatoria, es decir, la eficaz Pepi, Luci, Piedad y últimamente María José, tuvieron que colaborar conmigo para ello, en esos largos 27 años en los que tuvimos esa feliz dedicación Navideña. 

- Ellas me proponían firmarlas y ellas las ensobraban, todas igual, aunque la firma era de puño y letra. Pero había algo más de un tercio de ellas que yo siempre prefería hacerlo, además, de modo singularizado. 

En ese recuerdo estaba cuando me ha llamado Antoine que ya está en España y que quiere verme para contarme su “Feat de la Riviera”. Lógicamente no le hecho ni caso, hoy no es mi mejor día para ello. Hoy estoy valorando el fenómeno de las felicitaciones-e. Mandé 432 y solo recibí 147 respuestas de las cuales solo 32 se hicieron de modo personalizado y con mas de 4 líneas de contenido.  Algunas ausencias Básicas  y no tanto, se hicieron notar, por lo que llegué a la conclusión de que eso de que el amor y/o el enamoramiento, no dura mas de 7 años debe ser cierto. 

- En los últimos años, (desde el 28 de abril de 2016, fecha trágica para mis expectativas vitales), no he podido, ni querido, acudir a ninguna cita culinaria por razones que ahora no vienen al caso, ni pienso explicar aquí, ni tampoco lo haré explicando que por dicho motivo no acudiré a otras varias que han organizado casi todos mis excompañeros de las tres empresas en las que forjé y cambié, esfuerzo por salud. 

- Es admirable que sigan concretando, mis excompañeros, esa relación, todos ellos o casi todos ellos, y es tan admirable como deseable que lo hagan, claro que si. Eran y son un gran equipo, ahora desmembrado por la dichosa y larga crisis, pero intentan seguir juntos en esa vieja teoría que comparto, ciegamente, en que no hay nada como la fuerza de la amistad y la de los grupos. Si tenéis amigos, no los olvidéis, mantened la llama del grupo que un día os unió, yo lo he practicado siempre y siempre me funcionó.

- Ah, se me olvidaba, si alguien os pregunta que como estáis, no se os ocurra contárselo, a nadie le importa nada, ni quiere oír lamentos, ni tratados sobre medicina y/o de extrañas y peculiares terapias, eso deprime un montón, hay que hacer lo que ya llevo tiempo practicando con rabia y decid, como yo, “estoy mejor que nunca”, eso aumenta la verborrea y la moral del escuchante. 

- Eso es lo que la gente quiere oír, nada de problemas, ni males de otros, como mi difunto amigo Norman que siempre que me encontraba me saludaba con su peculiar acento con un “¿como estás, Enrique?” y yo le contestaba, siempre, que me habían encontrado un pequeño cáncer en la garganta y que me quedaban, escasamente, tres meses de vida, ante ello mi amigo me decía, siempre, con su peculiar acento y sin dejar que acabara mi fatal relato, “Bien, pues mira yo, yo, yo …” y eso fue así hasta el año pasado que ya se nos fue, según hoy me han dicho, pero eso si, se fue mas feliz que un ocho pensando en que el mundo lo hicieron para él solo, claro, como a muchos.

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