La felicidad, la solidaridad renacida, un futuro sin errores y ese rincón de los lamentos felices

Tapisserie des Gobelins, la harpe de laine, Paris, Photo by Robert Doisneau, 1945

22 marzo 2020

- Acordándome de una de esas oscuras charlas de los viernes la nuit, alguien me dijo una vez que no era necesario esforzarse en estimular sentimiento alguno para querer vivir pues de nada sirve lo que nada se puede cambiar y yo, luchando por no sacar el pañuelo de los llantos en momentos que, como el actual, se hace fácil hacerlo, me acordé de Camus cuando dijo: “Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad”.

- Mantener la calma y hasta la fe vital del mañana cercano, se hace difícil en el actual momento, especialmente cuando crees, a pesar de lo ya mucho vivido por tu pecaminosa alma, que aún te quedan un buen puñado de aniversarios que cumplir.

- Por eso me maravilla ver el buen humor de mis vecinos de balcón cuando a eso de las nueve de la noche se ponen a cantar alguna canción "pasodoblera" dando ánimo al personal o se ponen a jugar al bingo con el cachondeo y buen humor que ello traslada al resto.

- Me siento atraído, a pesar de lo difícil que para mi, siendo un atrapado por la EPOC, resultaría mantener la caída en el saco del dichoso virus, me alegra conocer que la solidaridad ha despertado entre los humanos, no en todos, claro, pero sí en la inmensa mayoría de ellos.

- Hay gente vecina y también amigos con los que mantenía una cordial relación de "holaquetal" y "adiós", con algunos, y de una lejan relación de amistad en el tiempo, con otros, ahora muchos se nos ofrecen a todo, a llevarnos a donde necesitemos ir, a comprar lo que nos haga falta y especialmente de modo general a, simplemente, ofrecerse a todo por nosotros.

- Cuando nadie me ve, me voy a mi rincón y lloro, pero lloro de satisfacción, de alegría o de "nosequé", pero lo hago felizmente. 

- Pienso, por aquello de que no hay mal que por bien no venga, que quizás al mundo de la Sociedad acomodada que nos invade impunemente, le vaya bien saberse vulnerable y que de este trago, si salimos de él sin traumas insoportables, que las enseñanzas de lo sufrido sirvan para evitar viejos errores en el futuro inmediato.

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