miércoles, 9 de septiembre de 2020

La chica del uniforme buscando a su doctor y la cita del análisis que no llega

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Fotografía de Helmut Newton
09 septiembre 2020
-El día empezó mal pues cuando aún no eran las nueve, suena el teléfono.
-Mire soy el Doctor XXX, (médico de familia), le llamo para darle el resultado de la analítica de sangre y orina.
-Mire Doctor, no me han hecho, aún, analítica alguna. Estoy esperando que me llamen desde hace un mes para que me den cita según usted me dijo.
-Vaya, otro error. Disculpe Enrique, le llamarán para darle cita para los análisis.
-¿Antes de Navidad? – pregunté. Había colgado ya.
-Fui a la farmacia y dejé el coche en doble fila, como es habitual. Al salir veo a una linda uniformada con texto en camiseta de “Control de Tráfico y Movilidad” o algo así, que estaba partiéndose la espalda y el cuello, mirando por el parabrisas de mi viejo X1 la identificación de mi placa azul de chico en la reserva funcional.
-¿Pasa algo? – le dije a la rubia del cuello a punto del esguince cervical.
-Es usted médico – me dice.
-No, pero como si lo fuera, si necesita ayuda médica yo le puedo ayudar pues tengo de todo – le dije.
-Oiga: No se haga el gracioso conmigo, abuelo – me respondió.
-No soy gracioso, solo soy un pobre y viejo enfermo que viene a la farmacia en coche que aunque sea viejo, está como usted, es decir, de muy buen ver y que aparca en doble fila, porque al cerebro de su Ayuntamiento que regula el tráfico, no se le ocurrió poner plazas de minusválidos frente a las farmacias - le respondí haciendo ver que estaba a punto de ponerme a llorar, pues eso siempre intimida a los guardias.
-La chica del uniforme se convirtió en una especie de ángel de la madrugada cuando, de pronto y sonriendo, me dijo: Jajajajajaja, no habrá pensado que voy a multarle, pues no, es que estoy esperando a mi novio que es médico y me ha dicho que estaría en la Farmacia de Vicente Ramos y como cada día coge el coche que le da la gana de cualquier compañero para venir a verme desde su Clínica en Elx, pues pensaba que era él.
-Y mientras la niña se partía el culo conmigo y mi actuación, la llevé al Bar de la esquina a tomar un delicioso café americano que quedó truncado cuando un joven vejestorio de unos cincuenta y tantos, con cara de malas pulgas, entró en el Bar y dijo: “Lidia, coño, llevo una hora esperándote en la Farmacia y de no ser por la farmacéutica que me ha dicho que te ha visto pasar en dirección hacia la esquina, ahí estaría, todavía, esperando.”
-Dos besos, intercambio de tarjetas y un … “Buena suerte, abuelo” que me llegó al alma, hizo que recuperara las ganas de seguir viviendo, al menos hasta la hora de la cerveza con rellenas.
-Estas son las mañanas de Enrique en tiempo de pandemia.


4 comentarios:

  1. Pues te han servido para hacerme reír, que no es poco con la que está cayendo

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    1. Bien, sabía que iba a servir a alguien, aunque nunca a nadie tan ilustre como tú, querida Tracy

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  2. jajjajajajajajajajajaj si tengo que elegir una anécdota realmente no sabría cual!!! somos varios los que llegamos aquí y salimos renovados... y que falta hacen relatos como el suyo!! Un abrazo!

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