Lo más emocionante del gesto de hoy de ese pobre hombre sucedió cuando tras contarme toda la historia, la suya y la de su Mari, me miró y tras unos segundos de duda, se acercó y se abrazó a mi cómo si quisiera aferrarse a una vida que ya no existía para él y que, con ello, me hizo sentir todo su dolor, envueltos ambos en un silencioso lloro implorando castigo o final.
“Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mi libros, por favor créanselos. Créanselos porque me las he inventado”. (Final del discurso de Ana María Matute al recibir el Premio Cervantes 2010)
miércoles, 21 de octubre de 2020
Charlito y su Mari … amor tardío
Pintura de Fabián Pérez
21 octubre 2020
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Charlito es uno de eso enormes artistas que dibuja, pinta y esculpe como nadie, solo que ahora nadie lo sabe. Vendió su casa y ahora vive en una caravana que aparca en la Playa. Su error y su debacle artística, social y económica, fue olvidarse de que ella existía. Ella lo dejó un mal día de Reyes de hace ya diez años por sentirse ignorada, ninguneada y nulamente valorada por él. Nunca más la ha vuelto a ver. Sin hijos, sin casa y sin dinero, vive de hacer caricaturas en Ferias, en parques públicos y en los bares donde frecuenta y deja ver su frustración. Hoy le he visto, hoy no contaba chistes, ni hacia dibujos. Sentado en la barra del Ateneo, tenia ante sí una triste botella de Veterano junto a un triste y rebosante chupito que parecía abandonado a la suerte de cualquier puta en busca de consuelo. Tenía lágrimas en los ojos y cara de no haber dormido en tres días. A Charlito le contaron ayer que su Mari había muerto en una Residencia para ancianos del Pais Vasco. Murió de una larga enfermedad y sus últimas palabras fueron para él: “Decidle a Charlito que siempre le quise“. Ella se lo contó al hijo de un compañero de Residencia que prometió llevarle el mensaje a su querido Charlie. El portador del mensaje llevaba una nota manuscrita de ella con un lacónico contenido: “Charlie, mi pecado fue quererte y mi castigo seguirte queriendo siempre“. La respuesta de Charlito fue … “Es curioso, nunca supe hasta hoy, que la quise … y la quiero, tanto“.
Mientras escribía esta apología al amor incomprendido, uno de mis más “fieles seguidores” me ha dicho a pie de barra: “Enrique, siento que te gusta contar estas historias” … es cierto, aunque demasiadas veces lo hago para confirmar lo estúpido que se puede ser o que somos, cuando se trata de valorar los verdaderos y más cercanos sentimientos, especialmente sobre esos que fluyen de eso tan sorprendente que algunos aún llamamos amor verdadero.
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He dejado de respetar a todos aquellos que se cuelan en la red para insultar y crear acusaciones falsas como divertimento propio y extraño.
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Una historia muy triste Enrique y siento que muchos seres humanos dejamos pasar momentos, amores, situaciones con seres queridos, absolutamente disfrutables, por timidez, cobardía, trabajo, falta de tiempo, reconocimiento interno de ese sentimiento, incapacidad de olvidar y/ o perdonar y todos los etc . que le quieras agregar...y luego..pues es tarde... Una entrada reflexiva, para aprender de este dia por vivir..Abrazo enorme!
ResponderEliminarAsí es, Eli. Decepcionante pero me gusta contarlas y, a veces, novelarlas en el aspecto más cruel y en el más dulce, pues a alguien debiera servirle estas experiencias.
EliminarUn abrazo amiga Eli.
Que triste historia de amor, asi pasa muchas veces que al final nos damos cuenta de que si era amor. Saludos amigo.
ResponderEliminarMuy triste y muy repetida, amiga Sandra. "Nunca más amado que aquello que perdí", así es la vida que nos gusta vivir, amiga Sandra.
EliminarUn abrazo de jueves