25 enero 2021
-No sabía muy bien donde ir, no había gente en la calle, pero yo no me atrevía a bajar del coche. Dicen que el coronavirus y sus nuevas cepas, (como si de un buen vino de tratara o tratase), es mortal de necesidad.
-Mientras conduzco mi auto en las calles de una ciudad casi vacía, oigo el ruido angelical del teléfono que retumba por todo los rincones de mi lindo correcalles motorizado.
-Descuelgo mi teléfono y una voz que parecía salir del cielo me dice: “Cariño, ya he terminado, ya puedes venir a buscarme".
-Se acabó mi día de chófer involuntario y lo agradecí. Seguí mi ruta y entonces me acordé de aquella bella canción de Mina: