29 octubre 2021
– Me gustaría empezar el día como si no pasara nada, como si nada hubiese cambiado desde un instante antes de ese día en que el mundo empezó a perder la inocencia para mí.
– Pero, aún y queriendo, eso ha resultado, siempre, un imposible. Lo he intentado, quizás no sea el único, pero no, no lo he conseguido.
– Me asomo a la terraza y con sus crueles 6º, La Huerta me recuerda que la vida sigue. Salgo al escenario del mundo de a pie, miro al horizonte hago mi foto y la cuelgo en Twitter: “Buenos días, amigo y amiga de siempre, ¿sientes la naturaleza?”
– Muerto de frío, conseguí darle al Play de mi teléfono móvil … y seguí andando:
– Me siento en ese rincón de esa taberna que anda olvidada y perdida, en uno de esos callejones de la, hoy, fría Huerta y allí todos están callados, ojos perdidos en el infinito y en la tv que hacía su rutinario ruido, emitiendo noticias que, en otro tiempo no muy lejano, llamábamos: Sucesos.
– Pues bien, ante tanta desmoralizante noticia y tanto despilfarro y saqueo de las arcas de lo Público, se puso ante mí una noticia, en TV, que, sin duda, debiera ser de primera página: Una niña de unos diez años, contaba un muchacho, (voluntario que sirve en los comedores que yo llamo de la vergüenza), se acercó tímidamente a él, y le dijo … “¿Tendrían una tostada de pan con aceite y sal, que a mi padre le gusta mucho para cenar?” – El muchacho, que no podía contener su emoción mientras lo contaba, explicaba que se la preparó y la niña marchó contenta y feliz con su tostada, y la historia concluyó, sin que el muchacho pudiera evitar sus lágrimas, cuando explicaba, sin poder terminar de contarlo, que la niña volvió al día siguiente y, tímidamente, acercándose a él y con voz muy entrecortada, le dijo … “A mi padre le gustó mucho la tostada de ayer noche, ¿Podrían darme otra para que deje de llorar?“
– Sin darme cuenta, empezaron a llegar los más veteranos y ancestrales amigos del lugar y ya nos pusimos a lo que solemos hacer cuando nos juntamos los “chicos veteranos”. Olvidarse de la precaria salud con la que viven y hablar, más hablar, pincho de tortilla, vaso vino, otro vaso de vino y un Belmonte para cerrar ese agradable y necesario espacio matinal que tanto revitaliza a los que aún quieren vivir. Risas, abrazos, charla, ruido… felicidad, vida.
– Volviendo a casa, meditaba sobre que, salir a la calle a cierta edad, con canas, cachava en mano y engañosa cara de buena persona, tiene sus riesgos, pero que, aunque lo sé, compensa. Es como sentirse vivo en un mundo de vivos, mundo en que las pasiones condicionan los comportamientos de todos los que sienten algo, de los que necesitan sentirlo para vivir, de los que necesitan tener algo para contar para que les ayude a vivir. Vivir … siempre vivir, esa es una necesidad que debe estar en el punto alto de nuestra agenda diaria … sin importar la edad, ni la condición.
Triste historia la de la niña, yo también solté una lagrima al leerte. Cuídate. Besos
ResponderEliminarSiento la lágrima, FB. Mañana cuento una historia menos lacrimógena. No obstante, me gustan las que suelen dejarme los ojos como cristal de ventana en día de lluvia ... me he hecho muy mayor.
EliminarBromas aparte, feliz viernes, FB.
Hola Enrique, lo cierto es, que es una historia entrañable..la edad de la inocencia, que muchos en gran medida no recordamos, la edad más bonita para mi... confieso que me has hecho llorar con esa tierna historia!
ResponderEliminarUn beso y feliz finde tengas
Y a mi también, ahora, volviéndolo a recordar, A.
EliminarUn abrazo
Ole tú y tus ganas de vivir, Ole, ole y ole.
ResponderEliminarAún viendo las miserias que hay en el mundo.
Gracias, Tracy. Lo intento, solo eso. Hay días mejores y otros peores, a veces, los más.
EliminarUn abrazo.
Uy vivir siempre vivir y trata de tener paz y ser feliz. Te mando un beso
ResponderEliminarGracias, Judit.
EliminarUn abrazo, escritora.
Que tierna niñita, sigue así amigo Enrique, vive, vive intensamente y cuéntanos tus vivencias. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Sandra. Solo lo intento ... hay días que lo consigo.
EliminarUn abrazo fuerte.
Hola, Enrique!
ResponderEliminarMucho me gustam tus testos y tuas considerações.
O mundo está estragado y los mas idosos têm pena destas situações.
La nina teve una bonita e humana atitude.
Vive la vida o mais intensamente possível.
Abrazos e bom final de semana.
Gracias, CEU, eres muy amable, siempre lo eres.
EliminarUn abrazo de domingo
Pues sí, amigo, la vida siempre sigue... Y mientras nos sea posible, debemos seguir viviéndola...
ResponderEliminarUn abrazo
Vivámosla, Ildefonso. Ese es mi empeño.
EliminarUn abrazo
Hola Enrique
ResponderEliminarTambién me hago mayor "sin delicadeza" y suelto lagrimones sin vergüenza.
Por cierto he mojado el teclado al terminar de leer la historia de esa chiquilla.
Y a seguir andando nomás, que tenemos la suerte de transitar esta vida con sus malas pero también con sus buenas cosas. Tenemos amigos y amigas, tenemos abrazos, tenemos comida y casa, nos enamoramos, nos desenamoramos, reímos, lloramos... en fin.
¡Es larga la lista de lo bueno también!
Abrazo va
Me encanta tu ... " tenemos la suerte de transitar esta vida con sus malas pero también con sus buenas cosas", es un gran mensaje, Lu.
EliminarTenemos lo mejor que podemos tener... vida.
Un abrazo, mi anomosa nueva amiga-e.