16 agosto 2023
- Recordando a Benedetti me puse anoche a recitar ante un público extraño, distante, pero muy atento, uno de sus poemas por mí más queridos:
“Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía
...”
- No pude terminar de recitarlo, mi voz se apagó, pero seguí durante toda la noche de mis sueños pensando en ese gran poema y su significado.
Cinco de mis mejores refugios
.
Es cierto Enrique que la vida de entonces, de cuando niños, era otra historia...
ResponderEliminar¿O era sólo la percepción que teníamos de ella?
¿Cabría pensar que una cosa y la otra eran distintas?
¿Y ahora?
¿Vivimos la vida que es o la que percibimos? :)))))))
¿Arduo dilema amigo, o respuesta concreta?
¡Vaya, hoy me ha quedado la cosa en interrogantes!
¿Fuerte abrazo o gran abrazo?... :)))))))
No hay dilema en tus concreciones, Ernesto, percibimos, no hay interrogantes en tus conclusiones y el abrazo, siempre gran abrazo.
EliminarMagnífica aportación al tema, querido amigo.
Un abrazo
No hay dilema en tus concreciones, Ernesto, percibimos, no hay interrogantes en tus conclusiones y el abrazo, siempre gran abrazo.
ResponderEliminarMagnífica aportación al tema, querido amigo.
Un abrazo
Buen día! Bueno, para mí para ti ¡buenas tardes!
ResponderEliminarEse poema es grandioso, más allá de que no acuerdo con el final.
Recuerdo cuando a mis 21 años los y las peques del jardín de infantes no entendían como yo no tenía hijos
¡Claro! para ellos yo era una vieja! ¡Y nos pasó a todos!
El final del poema para mi es diferente:
"Ahora, veterana
si bien sé lo que es un océano
sé también que no hay una sola verdad...
Y viejo se es a partir de los 90"
Abrazo ¡feliz miércoles!
Sabía que lo sabías, dulce Lu. El final es glorioso.
EliminarSer viejo, ser niño, ¿qué diferencia hay? Uno ya ha vivido y otro está por ver si lo consigue.
Un abrazo muy fuerte.
Esa felicidad vuelve en la memoria, en el poema de Beneditti, y en los versos de Alberti, de aquel niño en la playa y su caballo de madera. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarAsí es, Carlos Augusto. Dos grandes de la lengua hispana.
EliminarUn abrazo.
Oh, sí, es cierto... Hubo un tiempo, ya olvidado, en que fuimos inmortales...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Jajajajaja, así es, Ildefonso, ni lo pensábamos y, además, creíamos que los viejos siempre lo habían sido ... igual que sucede en la actualidad.
EliminarUn abrazo, maestro.
Mi infancia fue muy dura, pensar en la muerte era la salida a una vida mejor.
ResponderEliminarUn beso.
Me has hecho que llore, Ilduara.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Me hace sonreír. Pero es una sonrisa cargada de nostalgia, querido Enrique. A ti te falló la voz... A mi me falta el aire... Supongo que la causa y el desencadenante físico son los mismos.
ResponderEliminarHace unos días contaba algo sobre mi infancia, pero no recuerdo si fue en tu blog. Como prefiero repetirlo a que no quede dicho, lo diré.
Cuando yo era niño no existían las edades. Es decir, reconocía edades diferentes, pero eso no tenía ninguna importancia. Mi abuela materna ya estaba llena de arrugas en la cara, pero tampoco tenía ninguna importancia. Mi curiosidad hacia que las tocara, pero no afectaba a mis afectos. Tampoco existían las gorduras y las flacuras. Si veía a alguna persona coja a manca, me quedaba pasmado mirando, pero tampoco eso afectaba a mis emociones. Los abuelos del pueblo de mi madre se veían tostados por el trabajo en el campo y llevaban boina, mientras que en la ciudad, mi abuelo vestía elegante, con poco pelo, pero totalmente blanco. Para mi no había diferencias por etas cuestiones.
Cuando yo era niño solo entendía de afectos, juegos y regañinas. Eso era lo único que me importaba. En lo demás, ni me fijaba. Ahora vivimos para la imagen y la apariencia, y se lo transmitimos a los niños desde bien jóvenes. Espero que los niños terminen leyendo a los clásicos (como Benedetti) y se den cuenta de la insensatez de educación que han recibido. En la época en la que hemos normalizado el travestismo, la desnudez y las expresiones amorosas en la calle, hay que ir corriendo a solucionar una mancha en la cara porque hay que ir bien empaquetados.
Como decía un amigo mío: "Estamos tontos o qué pasa???!!!"
Gracias por hacerme recordar y pensar, Ernique!!!
Y un enorme abrazo, querido amigo!!!
Lo has dejado muy claro, Emilio, mucho.
EliminarMe quedaré con la pregunta que formula tu amigo: "Estamos tontos o qué pasa???!!!"
Un abrazo muy fuerte poeta enamorado.
Me gusta ese poema de Benedetti . Cuando uno era niño era tan libre y sin tantos miedos.. Te mando un beso.
ResponderEliminarUn poema que me repito muchas veces, Judit, es precioso.
EliminarUn abrazo, escritora.
Aquellos tiempos eran otra historia, Enrique. Cuando era niña, los viejos tenían como ochenta, ahora pensar así me lo cuestiono, ochenta es como la tercera primavera...
ResponderEliminarAsí es, Maia, en nombre de todos mis congéneres, gracias.
EliminarFeliz jueves.
Pasé a saludarte, Enrique; y ver si tenías una nueva actualización. Feliz noche.
EliminarGracias, Maia, escribo en distintos blogs y revistas. Eres muy amable.
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