- Ruido infernal y los graves distorsionando todo sentido musical al mismo sonaban en el fondo de la noche que se estaba convirtiendo en dúctil y maleable como el plomo. Mi sordera va en aumento por lo que, digan lo que digan, seguiré creyendo que tendré que ir de visita a la Chica de Gaes para que me cuente como se consigue entender a la gente.
- Tras una charla poco trasladable, el día, más bien la noche, se dio bien. El tema no dio grandes beneficios lectivos ni mundanos. Tono gris y charla aburrida. La mayoría sigue triste porque los últimos acontecimientos de dos de nuestros compañeros de los viernes que andan hospitalizados siguen con pronóstico grave y/o muy grave, pero pasada la medianoche parecía que iba a suceder lo menos previsible:
- Como un ángel caído del cielo la vi a ella, era un encanto de mujer, iba adornándose en el baile como si fuera la misma profesora de francés de cuarto bachiller del 63, pequeña pero hermosa, ella estaba allí acompañando a una chica de unos cuarenta con un aire feliz como siempre muestran esa alegre muchachada de los del mal de Down.
- La chica, más bien las dos, se movían a un ritmo sin control, sin ninguna gracia aparente, pero la belleza estaba en el cariño que mostraba la pequeña, observada en silencio por su serio y tímido marido, la cual cogía por el brazo, en gesto cariñoso y de acompañamiento a la de del Down, mientras le hacía dar a ésta, vueltas y vueltas al ritmo de cualquier nota que le entonase el encargado del ruido musical.
- Parecía una noche creada para un mundo feliz y que todo pareciera más bello de lo que realmente es nuestro momento actual, lo cual hace que lo sea aún más viendo el feliz comportamiento de esa linda gente como mi emuladora de la profe de Pigalle y también coyuntural y pequeña vecina de “tablao”.
- Después del siempre oportuno y mecánico; “me encantó veros”, y con el “tú ya sabías que yo era parrandero” y el “umbaumba-musical” correspondiente de fondo inevitable, alguien me contó, sin querer contármelo, algo sobre mi amigo Yuri. Me lo contaba con la cara vuelta como si fuera a venir la policía de los 50 a escucharnos y lo hizo sin recato alguno, como si fuera a contarme la fecha del fin del mundo o el anuncio de un nuevo programa de Telecinco:
- (Aclararé que Yuri es el carnicero gallego que anda por las reuniones de los viernes como un recién salido del quirófano y al que aún le duran los efectos de la anestesia.)
"Resulta que, a Yuri se le murió su padre (creo que dijo el padre y no la madre, pero no estoy muy seguro, pero para el caso es lo mismo). Resulta que ha faltado siete semanas a las reuniones de los viernes porque ha tenido que estar con los papeles de la herencia y todas esas cosas tan curiosas y desagradables que le toca hacer a todo aquél que se queda huérfano, y es hijo único a efectos hereditarios, como es el caso de nuestro amigo Yuri."
- Él es alto (Yuri), casi dos metros, delgado como LMQLP, y gran conversador, aunque su verbo pierde claridad, sentido y lucidez, a medida que va avanzando la noche. “Tú eres mi amigo porque tienes la mirada clara”, me dice una y otra vez parándose ante mi unas doscientas veces cada noche del viernes.
- Parece un tío estupendo, pero se mete con todo el mundo, aunque de buenas maneras, pero ya sabéis que no a todo el mundo le gustan esas confianzas y si son hembras minifalderas, y/o con sus transparencias y con pretensiones, ya ni hablemos. Cualquier día le dan un par de lo que reparten en las misas de culto, pero seguramente se libra por ser tan alto. Ya veremos.
- Bueno, pues luego se me acercó Yuri, se sentó a mi lado y me echó el resto de la explicación:
"Que si las vacas son para tío Fele, que si las tierras de Padrón para el primo Julián que está en Buenos Aires, que si el dinero que está en La Caixa que se lo quede todo mi hijo Yuri y a su hermana Chus que se quede al cuidado y merced de Yuri mientras viva y donde viva”.
- Me recitó el acta sucesoria como si del mismo Notario actuante se tratara. Todo ello lo hizo sin mirarme a los ojos, como si estuviera leyendo en el infinito o en lo invisible, con voz grave y gesto serio. Sus ojos tan brillantes como siempre, como siempre los tiene a partir de las doce de la noche, pero entonces me pareció que se le desbordaban algunas lágrimas y se calló…
- Más de pronto y para salir del vacío de conversación que se había producido, le dije: ¿Tu hermana? ¿Tienes una hermana? De pronto Yuri reaccionó, se levantó, me cogió del brazo y me dijo, mientras me arrastraba por la sala:
"Si, tengo una hermana y se llama Chus, tiene 58 años y es esa que está ahí (la del Down), bailando con esa chica pequeñita que la tiene cogida por el brazo."
- Entonces sin mediar palabra, le agarré por el cuello y no pude evitar darle un gran abrazo a Yuri que duró muchísimo, duró hasta que él quiso. Yo no hubiese terminado nunca, esos momentos son los que te hacen adorar la vida y a la gente, a ese tipo de gente.
¡Este abrazo valió!
ResponderEliminarEres un buen amigo... (¡¿Con ojos claros?!)
Gran semana, Enrique.
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Gracias, Majo. Son pardos.
EliminarFeliz lunes.
"La belleza estaba en el cariño..."
ResponderEliminarEsta es la clave, querido Enrique!!! Esta es la clave de todo. Y es lo que da sentidos al conjunto, lo que une todos a los elementos de tu experiencia y de la vida.
El cariño está en los gestos más relevantes de lo que has narrada, y así has sido capaz de construir una historia, hechos reales, que da sentido a la vida, y la llena de belleza. Todo lo marca la actitud, los valores y la imagen del mundo que se tiene como ideal.
Se me desborda el orgullo al comprobar cómo existís personas que pasáis de prejuicios, que miráis a cada ser humano por los sentimientos que llevan dentro y transmiten.
Si hubiera estado ahí, me hubiera gustado abrazarme a vosotros.
Un abrazo enorme y muy especial para todos, empezando por "la del Down"
Qué grande eres, amigo mío!!!
Gracias, Emilio, el grande eres tú, yo solo doy rienda suelta a mis sentimientos y, a veces, a mis sentidos.
EliminarUn abrazo muy fuerte, poeta enamorado.
Conozco una chica que se llama Chus y tiene una discapacidad. Es muy trabajadora, diligente y muestra muchas ganas de aprender. Trabaja en el Hospital Gil Casares de Santiago de Compostela, en psiquiatría. Toma tan en serio su trabajo y lo realiza con tanto entusiasmo que sus compañeras de turno se dedican a hablar y ver la televisión, haciéndo caso omiso de su responsabilidad mientras Chus atiende el comedor, las duchas o reparte los enseres de aseo.
ResponderEliminarSi fuese juez las suspendía de empleo y sueldo un par de meses.
Un beso.
Ay, Ilduara, si hicieras eso se pararía el hospital.
EliminarComo lo de tu Chus, yo conozco muchos casos parecidos, pero eso da para un tema largo de varios capítulos.
Un abrazo, Ilduara.
Oh que tierna historia . Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias, Judit.
EliminarFeliz lunes, escritora
Amplio relato de las cosas de la vida, amigo Enrique, en ese ambiente de los viernes "la nuit".
ResponderEliminarQue ya he sugerido que se impongan en los centros de Bilbao, donde se runen los pensionistas a jugar a cartas, que ni comparar el ambiente, y ya ni te cuento las experiencias...
Un placer como siempre contar con un tertuliano que, debido a sus vivencias, donde quiera que se halle, mantiene este mundillo informado... y entretenido.
Un enternecedor relato amigo.
Fuerte abrazo.
Gracias, Ernesto. Lo cierto es que este periscopio que utilizo para convertir en palabras mis fotografías lo tengo muy activo actualmente, es decir, desde que he tenido tiempo para detener mi acelerado ritmo de vida y dedicarme a observar un mundo que antes ni existía para mí. Ahora me faltan horas, días y años que ya no tengo para poder observar todo lo que me rodea.
EliminarFuerte abrazo, Ernesto.
ESe viernes de nuit, vaya si te nutre para vivir en el goce y felicidad tan necsarios existencialmente. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarUna cita ineludible y necesaria, Carlos Augusto. Repostar para seguir viviendo.
EliminarUn abrazo.