27 octubre 2023
- Allá por los cincuenta y pocos, ese niño, con cinco años, quizás siete u ocho, se acurrucaba entre las piernas de Ella, bajo la máquina de coser Pfaff, y allí jugaba al ritmo y el traqueteo del coser de Ella.
- Él le preguntaba sobre los problemas de los deberes, cuando ya tenía 8: “Si compro cuatro manzanas y cada una vale una peseta, ¿cuánto tengo que pagar? – ¿Multiplico o divido?”. Ella siempre le daba solo la solución y luego le decía; “Lo demás lo escribes tú”.
- Recuerdos inolvidables que fluyen en mi memoria de modo feliz e irremediable.
Mi madre también tenía una de esas. Un beso
ResponderEliminarEntonces sabrás de qué hablo, Susana.
EliminarBesos de viernes.
Maravillosos recuerdos, querido Enrique!!!
ResponderEliminarLas experiencias de la niñez, cuando son bellas nos convierten en personas confiadas, inquietas y amorosas. Y su recuerdo nos llena de fuerza y de vida.
Pero una niñez dolorosa nos convierte en personas inseguras, reservadas, pasivas y poco comunicativas, dependiendo de lo dolorosa que sean las experiencias vividas. Sin embargo, he descubierto asombrado que hay excepciones, que hay seres que saben cambiar su destino a pesar de estar todo en contra. Y mi alegría ha sido infinita.
Disfruta de esos recuerdos, como los demás disfrutamos de los nuestros. Y hazlo con ese espíritu joven y sano que conservas!!!
Un enorme abrazo, querido amigo!!!
Qué amable eres, querido Emilio, sabes apuntar en la dirección correcta, eres un verdadero psicólogo del amor, los sentimientos y las pasiones.
EliminarUn fuerte abrazo, poeta enamorado.
Mi madre tuvo una máquina de coser, Singer. A mi me gustaba , sentir como pedaleaba, la máquina, en su su empeño de modista de los vecinos y la familia. Después abandonó la máquina, y se dedicó a dejarnos más tiempo su cariño. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarPor aquí, en esos duros años 50, había que trabajar para poder echar adelante la familia. Mi Madre trabajaba en casa cosiendo y mi Padre tenía un trabajo por la mañana y otro por la tarde hasta las diez de la noche. Unos héroes.
EliminarUn fuerte abrazo, Carlos Augusto.
¡Qué ternura más grande!
ResponderEliminarAsí lo siento, querida Tracy.
EliminarMi abuelita tenía una de esas. Buenos recuerdos. Te mando un beso.
ResponderEliminarOtros viejos y felices tiempos, querida Judit.
EliminarUn abrazo, escritora.
Mi madre tenía una Singer y la conservo con mucho cariño...Los recuerdos que allí nacieron siempre serán sagrados.
ResponderEliminarAbrazos estimado Enrique
Así es, Tatiana, eso se irá con nosotros, pero soy de los que piensa que si algo bueno tiene el internet es la de que nuestros nietos y sus sucesores, nos encontrarán siempre aquí, en la red.
EliminarUn abrazo.
Qué bueno que esos recuerdos te acompañen siempre.
ResponderEliminarEsas máquinas son de colección hoy en día ¡Una belleza!
Abrazo ¡feliz domingo!
Así es, dulce Lu, me encanta recordar todos esos felices pasajes.
EliminarFeliz domingo.
Ay, los entrañables recuerdos de la infancia... Casi nada, amigo...
ResponderEliminarUn abrazo
Son inolvidables, Ildefonso, cada vez más difícil olvidarlos.
EliminarFeliz domingo, maestro de la fotografíoa.