21 diciembre 2023
- Me acerco al Ateneo y hoy me acomodan en una especie de trono de Rey, que utilizaba alguno de los abuelos de los primeros propietarios del local.
- Con gran sorpresa para mí, llega Julián, ese madrileño de aliño y gran amante de mi querida Teguise, pues allí nos conocimos en el 86 cuando él llevaba unas obras en Matagorda y yo en Costa Teguise. Nos unían las charlas en la taberna de Cesar Manrique en Arrecife de Lanzarote.
- Decía que llega Julián y me da un abrazo que me cruje ... "Todavía huelo a gasolina, Enrique, hemos salido a las seis de Parla y aquí estamos ... todo autopista y mi nuevo Toyota ... un lujo de viaje" ...
- ¿Y Julia? - pregunto yo - "Ah ... ¿no te lo han contado? ... murió en Marzo ... un ictus la tuvo dos días en la UVI y finalmente murió".
- Me quedé sin habla y al momento fui yo quien se quedó abrazado a él durante unos largos segundos. Nos sentamos, hablamos sobre la vida y la muerte; sobre la verdad y sobre lo imposible; sobre la disciplina del arrepentimiento debido; de la fidelidad; de la lealtad; de lo corta que se hace la vida a cierta edad; de tantas y tantas cosas que a esta edad y experiencia vivida se tiene, que los minutos se convirtieron en más de dos horas de charla.
- Lo más duro, algo cruel y con ganas de ponerse un cuchillo entre los dientes para defenderlo, fue cuando hablamos de ella, de Julia ... a él se le había empezado a terminar su mundo con su muerte.
- "Tú has sido viajero cómo yo, Enrique, ahora ... ahora que nos teníamos el uno al otro para siempre, todo el tiempo ... para poder disfrutar de ella, de su compañía, de su belleza, de su eterna entrega para mí y mis hijos y siempre sin rechistar. Nunca tuvo un reproche para nada de lo que yo hice y le hice, era mi amor ... el de mi vida ... la añoro, Enrique, la quiero ahora más que nunca, aunque no esté, me estoy acostumbrando a quererla ahora que ya no puedo decírselo ... me he volcado con mis dos hijas y mis cuatro nietos para hablarles de ella ... de lo que fue, de lo que representa ... de lo que aún es para mí".
- Cuando me siento con amigos como Julián, me acuerdo de lo que siempre me decía Ella: "No llores en muerte lo que debieras saber apreciar en vida, hijo" - Nunca supe por qué me lo decía y por qué tan a menudo ... ahora lo sé.
Las cosas hay que valorarlas cuando se tienen, no cuando se pierden.
ResponderEliminarUn beso.
Así es, Ilduara, así es. Las personas, muchas de ellas, no lo comprenden.
EliminarUn abrazo de jueves de Navidad
La perenne sabiduría de tu madre!
ResponderEliminarAbrazos.
Así es, amigo Ernesto, mi Madre era una gran mujer. Se nos fue en el 92 y aún no lo he superado.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Nos lamentamos cuando ya no hay remedio. Felices fiestas en unión de tu familia y amigos querido Enrique.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Conchi. Te deseo toda la felicidad del mundo para estas bonitas fechas que ya están aquí.
EliminarUn fuerte abrazo.
Memorias realmente conmovedoras.
EliminarAbraço de boa Amizade.
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Gracias, Majo, un abrazo muy fuerte.
EliminarUno debe apreciar y dar amor a las personas mientras vivas. Por que el tiempo es corto. Te mando un beso.
ResponderEliminarAsí es, amiga Judit, parece que vivimos ciegos hasta que somos capaces de darnos cuenta de ello, pero siempre tarde.
EliminarFeliz viernes, escritora.
Suele suceder...cuando ya no hay retorno.
ResponderEliminarSin duda, los afectos también son para prodigarlos AQUÍ Y AHORA
Abrazo
¡Felicidades!
Debiera ser siempre así, dulce Lu, pero la obstinación del hombre es grande, muy grande, no es capaz de comprender a tiempo nunca lo que sucede a asu alrededor.
EliminarFeliz viernes.
Que razón tenía tu madre. Siempre se nos queda algo que no hemos dicho a los seres más queridos, ni les hemos dado los suficientes abrazos, besos, ni decirles más veces lo que los queriamos. Después ya no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarMe encanta el video que has puesto en la última entrada, muchas ganas de bailar entran :))).
Feliz noche Enrique.
Gracias, Elda, siempre tan amable.
EliminarFeliz sábado.