08 enero 2010:
Metidos a desenredar esta fría tarde de invierno, me ha tocado el alma saber que un buen amigo ha dicho adiós al espectáculo profesional. Se retiró, a los 60, a la vida contemplativa. Eso pasó en el 2006.
Aparejador, escritor de artículos ininteligibles en las revistas técnicas, cantante de un conjunto de viejos rockeros y hombre de gran corazón, le llevó a tomar esa decisión, el saber que ya nadie le llamaba a su despacho ni para que le firmara una “aperturita de local”. Ya no tenía secretario ni el despacho, en la calle mayor, era ya lo que era. Era tan antiguo, el despacho, que hasta tenía paredes empapeladas a modo anunciativo de una época pasada ya vencida y abandonada a su olvido.
Pepe era un gran Técnico, el mejor. El problema es que nunca cotizó a la SS y lo que deja la pensión de la Mutua Colegial es una verdadera limosna. Tenía, y tiene, el corazón tan grande que ello le llevó a tener muchas ocupaciones extraconyugales y extralocales que arruinaron su vida familiar y su salud. Donde iba la ponía, no tenía muchos miramientos ni grandes luces. Se dejó llevar por la “euforia del poder” y de la abundancia de los felices noventa y muchos y gastó todo lo que quiso y no tenía, abandonó a los suyos y se refugió en Murcia con la otra. Llevó una vida tremendamente divertida y muy activa. Él así lo quiso.
Recuerdo que hace unos cinco años, sentados los dos en una mesa en el Restaurante de Monteagudo en Murcia, me dijo: “Enrique, dale esto a mi mujer y dile que no sabe cuánto daría para echar atrás cinco años el reloj de nuestras vidas – Nunca me he equivocado tanto”. Pepe me dio un Rosario plateado precioso del que colgaba una especie de marco con una foto de los dos. – “Ella sabrá, Enrique, tú solo dáselo”.
Llevé el Rosario a su santa y nada me dijo hasta hoy en que, efectivamente, Pepe se ha retirado definitivamente al descanso eterno. Lo encontraron muerto, hace dos días, en una calle del Chino de Barcelona. En su cartera tenía la foto de su mujer y la de sus dos hijos con los teléfonos de los tres.
El enemigo siempre acecha, id con cuidado.
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