jueves, 11 de febrero de 2010

1972: El Paralelo Barcelonés se estremeció y se abrió una enorme zanja de unos 100 metros en tan solo unos segundos.




11 febrero 2010

Una tarde de invierno en el que ya nadie daba nada por él, cuando ese hombre pasaba por allí y le sacó del agua y del barro. Andrés estaba muerto, cientos de toneladas de tierra se le cayeron encima y lo dejaron allí, sin vida, junto a las orugas de la excavadora.

Yo no se muy bien por qué estaba aún en la oficina de la obra en la Plaza España, pero allí estaba. Así me lo contaron:

Andrés gritaba a los que picaban en el frente; “No corráis, meteros junto a la máquina, no pasa nada, esto no se hunde”. Fueron las últimas palabras que recuerdan de él. Obras del metro barcelonés, 1972, (creo), CYT y MZOV. Un enorme socavón se formó en pleno Pararlel-lo Barcelonés y dentro de él; Autobuses, coches y gente, pero solo murió él y murió abajo, en la mina. Los compañeros se salvaron todos, salieron a tiempo escapando por los pelos por la rampa de entrada, frente al Molino Rojo.

Cuando me lo contaron salí de inmediato como un loco y corriendo me fui hasta el pozo de la Calle Vilamarí y, en una clara demostración de lo vehemente que te puedes volver ante la emergencia y el auxilio, obviando el peligro y cualquier seguridad, corrí primero y luego me arrastré por el espacio que quedaba entre la bóveda caída y la tierra, grité con todas mis fuerzas su nombre, miles de veces hasta que me extenué. Salí llorando buscando explicación. Todos sabíamos que estaba allí, atrapado. Luego las máquinas y un largo y meticuloso proceso de excavación, que duró muchísimas horas, consiguieron recuperar el cadáver. Nunca había llorado tanto, yo tenía solo 23 y era mi primer contacto con la muerte en accidente laboral. 

Desde ese día he tenido mil motivos para extremar los cuidados en cualquier obra, algunos se han reído siempre de mí por ello, pero a pesar de sus mofas, nunca he contado esta historia nadie, lo que pasó y por qué pasó, solo lo sabemos los que allí estuvimos. Fotos y ríos de tinta en la Prensa Local llenaron durante un solo día la historia que nunca supieron relatar, no interesaba a nadie. 

No es una historia digna de contar, solo que, a veces, y mientras miras por una ventana amiga la luz de la vida, te imaginas todo aquello que no pudiste ver, pero que pasó a 300 m de donde estabas y crees que nuca debió pasar. A un niño, cuando es muy pequeño, no le puedes dar muchas razones para hacer las cosas, solo le exiges disciplina y obediencia, no hay mas, algún día lo comprenderá, en las obras y en el mundo laboral en general, pasa lo mismo, no hay que andar con contemplaciones a la hora de exigir seguridad y mas control. Id con cuidado y procurad que nadie tenga un Paralel-lo en su vida.

¿Y a qué viene esto, Enrique? – No sé, ha salido y, a lo mejor, ayuda a aliviar ese dolor. Están ahí, en la ruta del olvido y de pronto aparecen al mínimo temblor y sin avisar. - ¿Como puedes acordarte aún de eso, después de tantos años? – Pues me parece que eso es la parte buena de la historia, todavía me acuerdo y lo es para que no se me olvide nunca.



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