Un amigo es un tesoro, pero si vive del mundo inmobiliario, entonces tienes mucho más, él te enseñará a encantar serpientes. (O a mi me lo parece)

16 febrero 2010

No se podría decir que cuando nos vemos no nos dejamos el alma, o por lo menos eso es lo que a mi me pasa, pero lo realmente importante es escuchar su oratoria, sus ecuaciones sobre el futuro del sector inmobiliario y desde luego, de cualquier cosa, sea de lo que sea, saben un huevo y parte del otro. Yo mismo, cuando me escucho, digo cosas que no sé si sería capaz de sostenerlas ante un foro de sabios del mundo de la moda, por aquello de estar mal visto y de que pensaran que estoy contando algo absolutamente intangible. Aquí un plisadito allá una arruga y por este lado un tocado.  Un inmobiliario puesto a contarte como ve el futuro es eso, es entrar en el mundo de la realidad virtual, del mundo de los sueños, de aquél en que todo es posible y, especialmente, ello será así porque él lo ve claro, es un vendedor nato.

Tiene su mérito, las cosas están como están, es decir, de  pura pena, pero ellos siempre andan trasteando con lo que saben hacer y lo que harán, pues su voluntad de domar el futuro es irrenunciable, ellos son lo que son, son profesionales del mundo de la promoción inmobiliaria y por tanto su capacidad de embaucar y de idealizar el futuro es incontestable e inalcanzable para cualquier otro tipo de profesional. Ellos son lo que son, son mis amigos y con ellos no hay pena que valga, el futuro ya está ahí y hay que prepararse para ello. Animan a cualquiera y el caso es que yo me los creo.

Gracias amigos, sin vosotros este mundo no sería el que es, sería un mundo sin alegría y sin futuro al que aspirar, gracias, muchas gracias por ser como sois, el mundo profesional os necesita, pero yo también.

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