jueves, 11 de marzo de 2010

Las aguas frías de la Economía, hacen buena cualquier otra, ¿pero que hacemos cuando se produce el caso contrario? – (Un Bravo por mis “excompas”)



11 marzo 2010

Recuerdo que una buena mañana del mes de marzo de 79, decidimos irnos los tres a la Playa, la del Postiguet. Estábamos solos, no lo entendíamos, era nuestra primera primavera en Alicante. ¿Esta gente no saben lo que tienen?, decíamos, mientras nos bañábamos en la misma agua que hoy no me meto hasta el mes de junio, como hacen todos los alicantinos que lo son. Nos parecía que el agua estaba calentísima.

Lo mismo me pasó cuando en la Navidad del 85 llegamos a Lanzarote el invencible equipo que iba a construir el precioso Hotel llamado hoy Teguise Playa, como entonces. Lo primero que hicimos los cuatro locos que acabábamos de aterrizar allí, en suelo canario, fue meternos en el mar y nadar como posesos. A los pocos meses de vivir allí, me di cuenta que lo de bañarse en ese mar, era cosa sensata hacerlo a partir del mes de marzo, pero nunca en Diciembre, nos hubiéramos muerto de frío si lo hubiéramos hecho. Pero cuando llegamos, nos parecía que las aguas eran termales.

El problema surgía cuando, ocasionalmente, recuperaba mi estancia en mis tierras catalanas de origen y no éramos capaces de bañarnos en el mar de nuestros amores hasta el mes de julio y bien avanzado, para san Enrique, entonces ya me metía. Eso me enseño a apreciar lo que tenía.

Esta historia, las tres, la de mis baños en el mar de Alicante, en el de Lanzarote y en el de La Costa Brava, viene a cuento de por qué hacemos las cosas a veces sin pensarlas y nos parecen bien, y otras no somos capaces de hacerlas porque hay otra razón que nos lo impide. Pues bien, esa razón, la de acomodarse a todo, es justamente eso, que a todo se acostumbra uno, y amas, tardía y especialmente, aquello que has perdido o, por contra, amas también, y mucho, lo que nunca has tenido, aunque ese es un mal menor.

Entender lo que me pasó, con esas encontradas actitudes en cuanto a la temperatura del agua del mar se refiere, las cuales fueron contradictorias en pocos meses, me enseñaron muchas cosas. Una de ellas es a que siempre hay alguien que tiene menos que yo, y no me refiero a poder económico, que eso nunca ha sido mucho, me refiero a las cuestiones profesionales, las cuales, a veces, no sabemos apreciar, y no lo hacemos hasta que lo perdemos. Cuando se viene de aguas frías a las calientes la cosa es muy fácil de asumir, pero cuando es al contrario hay que tener mucho cuidado, mucha valentía y poca soberbia para soportarlo.

Tengo muchos amigos que son un ejemplo vivo de lo que es pasar de agua cálida a la triste dureza y frialdad de la que hoy ofrece el mundo del trabajo a los profesionales de todo tipo, incluso a los de la élite. Ellos están frotando sus manos calentando la frialdad de lo que les toca vivir, día a día, y lo hacen con total entrega, no son tiempos para mostrarse extraordinariamente feliz con lo que toca vivir, pero eso es lo que hay y hay que entenderlo. 

Eso no es echar un paso atrás en la vida profesional de nadie, que nadie se lo crea, ellos son un ejemplo de lo que hay que hacer, se han puesto el mono y están todos, algunos con mas de 50, empujando para calentar el agua de su labor diaria sin escrúpulo ni abandono alguno.


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