domingo, 21 de marzo de 2010

Vivir, solo vivir

21 marzo 2010


Mientras me repongo de la resaca del día, me acuerdo que hoy, un buen amigo, celebra su 18 aniversario de boda, de un modo muy básico, eso sí, pero lo celebra. Bueno, eso no es nada, hay quién lleva casi el triple y no se pone a cantar la misa en latín, precisamente. Eso dicen, claro está, mis amiguetes virtuales cuando hablamos del asunto.

Pues no tienen razón mis viejos amigos, tener una pareja, “aunque sea para toda la vida” es de esas cosas que solo pueden saborear quien lo “sufre”. ¿Que tú llevas 44 con ella? Se descojonan cuando lo explico, incluso creo que no se lo creen. 


Bien, pero el problema no está ahí, tan solo. De esos viejos, y digo viejos, porque los que dicen esas cosas son ya muy ancianetes, tienen mas de 70, o de 80, y claro, ya solo les queda la ventana de las obras y el hundirse un poquito más cuando les sueltan ese tenebroso, “joder abuelo, ¿ya te has vuelto a mear encima?”, que le sueltan sus mas allegados, en los momentos más cálidos, “como tiene que ser”, derrochando cariño y olé.



Hablo de esos pobres nacidos en tiempos de guerra y que ahora se encuentran sin su otra mitad y que los que tienen que “soportarlos” se ven en la necesidad de hacerlo, muchas veces, sin darse cuenta que lo suyo, la juventud, se cura con el tiempo, y que el trato que le dan a esa mitad humana perdida por la vida de hoy, es la misma que le tocará, o que le puede tocar, si encuentra a un descendiente de su misma estirpe y condición. Y no hablo de malos tratos, hablo de indiferencia y algo de desprecio por su condición senil y su recuperada vuelta a la infancia en las cosas primarias del pipi y de la caca, entre otras.


No tienes mas que andar en días laborables, por las cafeterías matutinas, por los paseos de la Playa San Juan, o por las ventanas de las vallas de las obras, para saber que a esa especie olvidada de “medio humanos”, se les va la vida por que ya no la tienen, se les va porque nadie se la quiere dar.

Por eso cuando me veo apabullado por lo que mis ojos me regalan cada día, me siento muy triste, muy triste por ellos, por los Medio humanos, por esos que han perdido a su otra mitad y que nadie les da un lugar en su vida. Qué pena de vida, pienso.

Por lo mismo, por lo que ellos no tienen ninguna necesidad de vivir, debiera existir alguna Providencia que usara toda su mala leche para impedirlo, yo de momento parezco no pensar en ello y sigo teniendo mil razones para vivir. Con el “ya somos siete”, tengo seis de esas mil, las principales, muy cerca de mi alma y de mi vida y con ello se consigue eso tan sencillo que es vivir, solo vivir. 

Por favor, no dejéis que acabemos como ellos, como los de la mitad perdida, nadie se merece un final así, ¿verdad?

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