07 junio 2010
A mi me costó engancharme, pero pasé del “que gentuza y qué horteras” al “¿qué gente es y qué me quieren contar?”. De su jerga algo barriobajera, a la que tanto gusta de insuflarnos desde cualquier “Prime Time” televisivo, a los sentimientos volcados en cada personaje desde la mas tremenda naturalidad, me he tragado infidelidades perdonadas, casi por todas partes y de modo reiterado, arrastrando sus contenidos hacia la vida de barrio, de taberna de club de fútbol de quinta regional en el que los medios y las formas no superan al compañerismo ni a la relación entre todos sus socios y jugadores que es, a mi juicio, lo que más me atrae de la serie.
La convivencia es algo que nadie nos enseña, ni nos traslada de modo activo, aquí la humanidad de sus personajes contrasta, quizás en exceso, con la naturalidad con la que rompen muchos de los tabús existentes en la relaciones humanas convencionales. Estoy hablando de Pelotas, una serie que TVE emite todos los lunes desde hace dos años, a las 10 y 17, en punto de la noche.
Hoy dan el último capítulo. Parece que su, quizás, algo baja audiencia y que, fundamentalmente, la serie fue una creación del anterior equipo, tienen la culpa. Lástima, quizás debamos apuntarnos a todas las series que tengan una poca o escasa audiencia. Quizás sea por eso que soy gafe para los programas de TV.
Tengo un amigo, que se las da de snob, del que dicen que cuando a él le gusta una serie de TV, al poco la quitan. Pues bien, yo no soy snob, por lo menos no lo soy al uso clásico, ni lo pretendo, pero me pasa lo mismo. Estoy por aficionarme al Sálvame de luxe.
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