viernes, 30 de julio de 2010

30 años de vida inmobiliaria alicantina



30 julio 2010 

Llorando quizás no, pero un agradable sabor a cosa bien hecha y la sensación de que estás con gente poseída por un don, es algo que no puedes evitar cuando los tienes a un palmo de tu jeta. Todavía me acuerdo, hace unos poquitos años, cuando Fernando me preguntaba sobre que don tenía yo para poder pagar mas que nadie por el solar de la calle París 1, unos minutos antes de convencerse de que él debía comprar el de Maissonnave 18, como acabó haciendo. 

Fernando, el ANARA, es para mi un Dios del negocio inmobiliario, que, como todos, debes saber aceptarlo con sus virtudes y sus defectos, pero a éste le distingue algo que no en todos es demostrable. Él es plata de ley, sin sombras, sin “imputaciones judiciales”, sin que se le conozca a la otra porque no la tiene, él es un tío enamorado de lo suyo, de los suyos y del Hércules. Yo me enamoré de él cuando él fue capaz de poner en marcha una promoción inmobiliaria de lujo, a precios imposibles, hace ya muchos años en La Albufereta. Me decía Balasch, hoy, en plena comida: Ya no hay gente así. 

Nietos, recuerdos, valores a recuperar y a transmitir a quien nos quiera escuchar, esa es nuestra oscura misión, eso y un buen arroz en el Ros de mis amores, eso nos ha unido hoy. 

Ramón, Benito, Fernando, Alfred, Manuel, Iván, os quiero …

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