17 julio 2010
No tengo muy claro, mejor dicho, creo que tengo muy claro, exceptuando los de primaria hasta los 9 nueve años, que nunca tuve al maestro ideal entre los que les tocó la dura labor de intentar meterme en la cabeza parte de lo que sé. Saber no es lo mismo que aprender, saber es ser docto en algo y aprender es el hecho de adquirir conocimientos. Yo he podido saber muchas cosas pero no creo que exista mucha gente que me las haya hecho aprender. Es decir, mi maestro ideal no existió, o eso me pareció siempre. Estudié mucho, pero pocos me enseñaron algo en la Universidad. Por contra, cuando me metí en el mundo profesional sí encontré a muy buenos colegas de los que aprender. Gente altruista y serena que con su sabiduría con su experiencia, y no siempre gran sabiduría, conseguían meter en mi Hard disk todo aquello que tantos otros lo habían intentando, tibiamente, sin conseguirlo, a pesar de cobrar por ello, lo cual, lo de saber que cobraban por ello, siempre me resultó decepcionante. (Pues que creías, me dijeron anoche).
Enseñar mal debiera estar penado con 100 años de cárcel y 200 de perdón si el que lo hace mal, y se sabe, lo abandona o lo hacen abandonar aunque sea a costa de tener que cortarle los brazos y las uñas de agarre al cargo, si fuese necesario.
Ayer tarde, tras una curiosa clase taller sobre estudios de viabilidad inmobiliaria en el COAATIEA, me di cuenta, al final de la tarde, que a los alumnos o conferenciados presentes en el curso, se les pide, como es habitual en la iniciativa privada, una encuesta sobre la bondad de determinados aspectos del curso y de las clases, así como sobre su opinión sobre la organización y calidad de los conferenciantes o docentes y de la calidad global del curso. Al margen del resultado del mismo, cuyos resultados son siempre muy válidos, tanto para los “sabios y doctos conferenciantes y docentes” como para la organización y coordinador del curso, me acabé preguntando cuantos males nos hubiéramos ahorrado en la Universidad de los 60, si esto se hubiera hecho también así y allí.
Claro que, a la vista de lo que me contaron anoche otros doctos y sabios docentes universitarios de hoy, parece que también sería muy necesario que ese tipo de control se hiciera en nuestras universidades hoy, pues allí y ahora, este tipo de encuestas, no se hacen ni por asomo. Lo peor, con toda seguridad, fue oír a esos ilustres y doctos Catedráticos y asimilados de nuestra querida Universidad, que si no se hace es porque sería un cachondeo, pues los alumnos lo usarían para mofarse de sus “profes” y del sistema, sin rigor, ni objetividad alguna, es decir, los alumnos no tienen calidad de opinión alguna para ellos. Oyendo esto a veces pienso que no solo tenemos la calidad educativa que nos merecemos, es que a lo peor hasta nos gusta que sea así, no sea que sepan mas que yo y se me subleven.
Claro que cuando dije esto de los sublevados y algunas rojeces mas que tanto me gusta lanzar en este tipo de foros cultos, o que ellos creen serlo, descubro que lo hago porque me pirra ver como entran a trapo los de la barbilla alta y tono perdonavidas. “No me seas demagogo, Enrique” - “Los que nos dedicamos a la docencia somos gente que lo damos todo por ella, con dedicación, ejemplo y esfuerzo, nunca seremos recompensados por la sociedad a la que formamos, ¡¡nunca!!” – La verdad es que el ofendido y espontáneo orador lo hizo con tono y fuerza digna de un actor del María Guerrero y hasta casi se le saltan las lágrimas, pero por lo bajo, y a mi derecha, un compañero de tertulia nocturna, que da clases en la Universidad como contratado, o algo así, va y me suelta en voz baja y casi al oído: “Nos ha jodido el HP éste”, y a continuación en un tono que no creo que fuera totalmente justo se explayó conmigo contándome las “excelencias” de los docentes con título en propiedad y la verdad de quien trabaja y quien no, en la Docencia Pública.
Curioso, 50 años después el asunto de la enseñanza, conceptualmente hablando, no ha cambiado mucho, ¿verdad? Qué lástima. ¿Los alumnos siempre tienen la culpa de todo?
Tienes razón,puedo contar con los dedos de una mano los profesores que me han marcado a lo largo de mi vida académica, desde parvulitos a la universidad y acabando con postgrado y cursos varios.
ResponderEliminarPor eso siempre he dicho que la inteligencia me persigue pero yo soy más rápido,,,,