De vascos

   

1 septiembre 2010

Mis cafés, en verano, ya no son lo que debieran. Han mejorado, eso sí, pero ahora me los tomo en plan americano o a la sombra de un olivo o de un chiringuito. No hay tertulias, pero …………

Anoche mientras daba una vuelta por La Playa y tras dos horas de zapato cruel, sentado en mi chiringuito, recibí un correo-e de un amigo que parecía saber donde estaba. Vivía una de esas múltiples escenas de esa gente estupenda, gente vasca, que al oírles hablar no puedo evitar que me parezca que me están contando algún chiste con esa forma tan peculiar de hablar que tienen.

Un testigo de Jehová se sienta junto a un Vasco en un vuelo Bilbao-Tenerife.

Cuando el avión ha despegado empiezan a repartir bebidas a los pasajeros.

El vasco pide un whisky doble.

La azafata le pregunta al testigo de Jehová si quiere beber algo.

Contesta el testigo de Jehová con mal tono:

“Prefiero ser raptado y violado salvajemente por una docena de putas antes que una gota de alcohol toque mis labios”.

El vasco le devuelve el whisky a la azafata y dice:

“Yo también. No sabía que se podía elegir”

La chica Gucci de la barra ni se inmutó y como me sonreí, me miró con una terrible cara de suegra que casi me hace morir de dolor de espalda que fue lo que sentí cuando hice el gesto de levantarme de esos taburetes tan altos que allí ponen para los pijos de la noche.

Jo, que largo caminar por el camino del  “ya nada es lo que era y de que te ríes tontolaba”, sin que nadie sepa, ni se crea, en la cantidad de plazas que uno ha toreado

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