Un repunte social o como subir en un bus sin morir en el intento

09 septiembre 2010

Abre la puerta del 23 y cuando apenas has subido, zas, arranca y vas como torero corneado hasta la rodilla de la señora de la silla delantera descubriendo que está muerta o es todo hueso. ¿La tarjeta hacia abajo?, le digo tímidamente al lleva-burros que maneja el volantón del bus – Ni me mira, pip y pip, he acertado, pero he marcado dos veces. – ¿Oiga?, insisto, pero no me hace ni caso – ¿señor va a entrar o se va a quedar ahí todo el tiempo?, dice una ilustre colega viajera que aún y estando de buen ver, no deja de pegarme codazos para que avance – ¿Pero como me voy a soltar de la barra, si lo hago me mato? – ¿Va a pasar o no? – Es inútil, esto no es el parlamento, me dice otro: Agárrese a la de arriba y deje pasar, por favor.

El bus, a una velocidad de Ferrari enfila la CN dirección Alicante, con el agravante de que cuando coge las rotondas, o pisa el freno, no lo hace con suavidad, precisamente, es como si llevara ganado, pero peor. Los chavales, que son los que ocupan todas las sillas del dichoso borreguero, me miran tras sus gafas ray-ban, mientras mascan chicle, con cara de; ¿de donde ha salido el tío ese? a la vez que yo voy de palo en palo y de barra en barra como un mono … no sigo, me han dado un golpe de muerte con una cartera de espalda que lleva uno de esos niños tan ricos que siempre hay en cualquier sitio contando algo gracioso de la muerte, tía.

Por fin llego a Alfonso el Sabio, sin olvidar que la bajada es a la próxima, entonces el bus empieza a estar vacío, siento la tentación de sentarme, pero no, seguiré en pie, no sea que se crean que soy novato en esto. Zas, frenazo ante el mercado porque una señora quiere pasar por ahí y el cabezo me va a la barra donde está el pulsador y creo que me tendrán que dar puntos pues me duele una barbaridad.

Por fin me bajo y pienso … y ahora a coger otro para La Playa, DM, ¿seré capaz? 

– Pues lo cogí y me fui a La Playa en Bus, toda una experiencia,  como las Lumbalgias, el dolor es de muerte, pero nadie se muere por eso.

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