domingo, 28 de noviembre de 2010

No me mires las tetas, Castle


28 noviembre 2010


Un domingo largo no quiere decir, necesariamente, que sea o haya sido un mal domingo, simplemente digo que ha sido largo porque hoy he tenido que trabajar en mi ocupación dominical favorita y lo he hecho durante 10 horas casi seguidas con loable esfuerzo y dedicación.

Bien, siempre te sobra algo de lo que te cuentan pero en general siempre acepto casi todo lo que oigo sin rechistar, aunque MI NIÑA diga que refunfuño mas que nunca y que cada vez se me pone mas la cara de “cebolletas”, incluso mas que la del propio abuelo de tan ilustre nombre.

Pero claro, por donde vas y quieras ver, ves tías en pelotas, machos abriendo boca para morder, tangas a la vista en culos cuyo pantalón se baja, por culpa de la moda, cuando se sientan en un bordillo, aunque de todo hay y ninguno/a quiere perder ocasión de decir aquello tan conocido que siempre le sueltan al Castle, el de la Vecket, y que tanto gusta a las susodichas chicas de la Progresía: “No me mires las tetas Castle”. Ese, exactamente ese, ese es el punto al que quiero llegar. Mi amigo Juan, el malagueño, siempre que le dicen algo así, él contesta: “Si no quieres que te mire, no me enseñes el pastel”. “Te provoco pero luego te rechazo y ese es el juego aunque los tíos no lo entiendan, Enrique”.

Todo eso no es nada pues lo que pasa es que ya te acostumbras y ni siquiera levantas un gesto cabrío al estilo de los 60, nada de nada. Yo cada vez estoy mas convencido que la gente habla por hablar y que solo se trata de mandar mensajes de provocación para que entres al trapo de sus pretensiones. Ayer mismo, y sin ir muy lejos, alguien me preguntó: ¿Tú eres de derechas, verdad, Enrique? y yo le contesté: “Venga ya, deja de enseñarme las tetas y ponme una de berberechos con salsa roja picante, Antonio, y un fino buen fresquito que me estoy derritiendo



 EnriqueTarragóFreixes