28 junio 2011
Me preguntaba un viejo amigo, esta mañana, que a cual de todas mis cosas renunciaría yo, ahora, para recuperar treinta años de vida. La pregunta tenía su miga, aunque el contexto era poco serio y algo festivo, yo me lo he tomado en serio, me he quedado helado, “Enrique, ¿te pasa algo?” – No, no, nada solo que me quedado pensando – “¿Y entonces, que me dices?” – Ah, pues no te respondo nada, es decir, si respondo, no cambiaría nada, amigo, es como si yo te preguntara que artículo va delante del mar, ¿la mar? ¿el mar?, da igual, ¿verdad?, nada lo cambia, el mar o la mar, incluso ambos, siguen siendo tan viejos y queridos como lo han sido siempre y yo pienso lo mismo, me siento como el mar, no me cambiaría por nada, amigo, por nada del mundo, nunca he estado mejor, ni he tenido tanto.
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