martes, 19 de julio de 2011

Al filo de la navaja de lo permitido a funcionarios públicos




19 julio 2011      -      19 julio 2016


Marchaba yo a la búsqueda de un buen amigo a la vez que repartía mi ocioso esqueleto en un largo caminar cual es el que me lleva a hacerlo durante dos largas horas para hacer mis tres kilómetros diarios, todo un reto. Café en mano y antes de comenzar nuestra larga charla sobre determinada cuestión política del urbanismo de mi ciudad de adopción, sobre la que se me pedía opinión, ante lo que parecía el marcado interés de varios porque lo hiciera dada mi condición de viejo pez salido del agua del ladrillo y de la participación que, en algunos casos, tuve con algunos de esos hitos ladrilleros, nada importante, pero que a mi me ha supuesto, hoy, una inyección innegable a mi ego profesional y social. ……………….

Pero una vez resuelto el estímulo al ego, nada puedo, ni debo, contar sobre la cuestión, pero si sobre aquello que, curiosamente, nos ha llevado un buen rato, cual ha sido hablar de tiempos gloriosos en aquellos que repartimos labor y aciertos en proporción directa en aquellos estupendos 94-2001 de mis amores profesionales y demás vicios y que, a modo de tributo a ese tiempo,  hemos terminando cantando a coro, tras la segunda birra 00, las cuales seguían a dos madrugadores cafés solos, de esa de Aute …. “Sin tu latido” que tantas y tantas reuniones fuera borda nos recordó. “Pero qué tontos sois”, decía la portavoz mas joven, que no entendía ni papa de lo que iba la cosa, ni la conversación. ……..

Nada serio, ya os lo adelanto ahora, solo que es imposible vivir sin ese latido profesional que une a las personas mas nobles en torno a una labor común y para ello, aunque, a veces, no lo parezca, hay decisiones y negociaciones políticas que son difíciles de sacar a la luz, lo importante es hacer feliz a los demás sin dejar de serlo, todo junto, parece una frase muy artera, pero cuando la cuestión se decanta en solo una de ellas, entonces, o eres un caradura o un tonto, no existe término medio y los políticos, de tontos, no tienen un pelo. Por eso me gustan los políticos que arriesgan y lo hacen sin mas interés que el del cumplimiento de sus objetivos o eso quiero creer, es más bonito pensar en ello, que ése sea el motivo, que en otra cosa. Yo solo he contado lo que sé y lo que haría y él, ellos, se han limitado a escuchar, así es la inteligencia política de mis amores.