06 noviembre 2011
Me levanté, era de noche, muy de noche y al verla me senté.
Tenia la cara iluminada por la luz que desprendía el televisor, fiel custodio de las noches sin fin. Dormía plácidamente, era como si no hubiera pasado el tiempo. La misma cara, la misma tranquilidad, la misma belleza. Su gesto era plácido, dulce, despreocupado, feliz y yo en mi largo silencio, contemplándola no sabia como celebrarlo. Todo parecía tan tranquilo, tan normal que tuve que decírmelo: Qué suerte tengo, han pasado ya 45 años y parece que el cielo ha estado siempre ahí.
Feliz día y, ah, poneros piedras en los bolsillos
Me levanté, era de noche, muy de noche y al verla me senté.
Tenia la cara iluminada por la luz que desprendía el televisor, fiel custodio de las noches sin fin. Dormía plácidamente, era como si no hubiera pasado el tiempo. La misma cara, la misma tranquilidad, la misma belleza. Su gesto era plácido, dulce, despreocupado, feliz y yo en mi largo silencio, contemplándola no sabia como celebrarlo. Todo parecía tan tranquilo, tan normal que tuve que decírmelo: Qué suerte tengo, han pasado ya 45 años y parece que el cielo ha estado siempre ahí.
Feliz día y, ah, poneros piedras en los bolsillos
Que suerte teneís ambos.........me alegro mucho por ello amigo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, argy, hay momentos en que no acabo de creérmelo y, zas, me dan estas alegrías.
ResponderEliminarEnrique, me sobró un babero el año pasado por los mismos motivos que a ti. Si lo quieres, tuyo es.
ResponderEliminar¡MUCHAS FELICIDADES!, amigo Enrique.
Gracias, Antonio C, quizás te llame para pedírtelo
ResponderEliminarPrecioso Enrique Etarrago
ResponderEliminarGracias Griselda, eres un ángel.
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