viernes, 18 de mayo de 2012

Benito y sus difíciles cuentos reales


18 mayo 2012

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Yo solo lo miraba, me hablaba de su trabajo en el voluntariado en el Hospital General, ese equipo de legionarios de la vida que andan entre los llantos amargos de los que sufren esa terrible enfermedad cuyo nombre nadie quiere pronunciar. Sus vivencias han puesto nuestra conversación de hoy a punto de un cálido e irreconocible abrazo. Un sorbo de buen vino, una escasa comilona, y, en ello, notaba que un cálido y extraño placer me embargaba oyéndolo hablar de su actividad mortal, nada fácil, ni siempre hermosa, solo vivencias intangibles para aquél que, como yo, las conoce, tan solo, por la dedicación de un ángel de la vida. Si, oírle explicar que cada siete días acude a su voluntariado sin saber si su paciente estará o no estará allí y que, a pesar de ello, sigue actuando como si nada pasara aunque su Antonio se convierta en su Iciar o su Pepe en su nueva paciente, Mariluz. “Nada mas cruel, ni mas real, ni mas motivador, Enrique, es como tocar la vida y la muerte con los mismos dedos”. Boquiabierto le he dicho: ¿Benito, cuando me lo vas a escribir?