UN FELIZ CAMINO
- Arturo llevaba varias semanas muy triste. La Loli cerró el bar y a él se le podía ver en los de la zona, con la mirada en el espacio infinito, sentado en una terraza, copa de coñac y taza de café sobre la mesa. Ni siquiera llevaba el Marca.
- Él estaba pensando en qué le habría pasado a la Loli para tener que cerrar el bar: “No sé, Enrique, ahora que no la veo, pienso en lo peor. Dicen que si la han echado por no pagar el alquiler o porque les han cortado los suministros por falta de pago o yo que sé, Enrique. Lo cierto es que tras veinte años viéndola a diario, ahora la encuentro a faltar”
– Eso me decía Arturo el viernes pasado, pero hoy, por aquellos oscuros reclamos que ese tercer sentido, (qué no el sexto), nos propone, he decidido pasarme por el bar de la Loli, por si había alguna novedad, tras el cierre que se produjo a finales de agosto. Ya de lejos y al acercarme, he visto la puerta abierta y las mesas de la terraza puestas. Allí estaba Arturo, sonriente, bromeando con la Loli, la cual estaba sentada en su mesa. Él parecía un chaval de diecisiete que acababa de reencontrarse con su amor, pero, claro, a los 69, o más, que ya tiene Arturo, la cosa era menos sutil de lo que debiera, aunque si igual de romántica.
- Pasa que la Loli ha perdido a su nieta, si, se murió ahorcada al nacer por su propio cordón, según desvela la autopsia, y ella aún anda con el alma herida pues cree se trata, sin duda, de un fallo médico. Claro que su nuera, con casi cuarenta, tiene dos graves problemas para llevar adelante cualquier desdicha declamatoria y/o legal: 1) El corporativismo médico y 2) Su propia edad, lo cual, sin duda, es un escudo fácil para la supuesta infanticida.
- “Pero, mira, Enrique, al final, con tres hijos ya en el zurrón, quizás ese cuarto les hubiera llevado a la desdicha. Ellos siguen separados y solo se ven para hacerse un hijo tras otro, los cuales, luego, tengo yo que aguantar. Estoy triste y contenta y no hace falta que te diga por qué. Creo que nos lo vamos a tomar como un accidente, aunque creamos en la incapacidad médica que para este caso ha sido flagrante. Ha sido una especie de castigo divino”
– Y con una sonrisa de oreja a oreja, mi revitalizada barista, afronta el día como debe hacerse a cualquier edad y en cualquier situación: Olvidando, perdonando y arrimándose al calor de quien te lo quiera y pueda dar. Y allí los he dejado, a a la Loli y a Arturo que, sí, es cierto, parecían dos jovencitos que acababan de conocerse y que hacían todo lo posible por agradarse.
- Así es la vida, golpe a golpe, lo aguantas, te repones y sigues, no hay otro camino, ya lo dijo el poeta hace mucho tiempo: Solo se hace camino al andar.
Sin duda cada vez relatas mejor esas cosas cotidianas que nos acontecen..........Bravo amigo!
ResponderEliminarGracias Antonio. Tú que me miras con buenos ojos. Un abrazo, amigo incondicional.
EliminarEres único contando alegría y penas propias y ajenas, el andar diario de los que te rodean y tus vivencias, pensamientos. FELICIDADES a ti, y el dolor que se me queda dentro, para enviárselo a Loli, que entiendo su doble dolor, el de la pérdida y el del no poder menos que agradecer ,que no hubiera un problema más en la vida de los que ama ella.
ResponderEliminarLoli es una de tantas y y tantas personas, mujeres principalmente, que nacen para sufrir y les cuesta entender la vida de otra manera. El frío y el calor es algo que les pasa y lo sufren, sin apenas darse cuenta. Gracias yolanda, aprecio tus/vuestros comentarios aquí. Un abrazo-e.
EliminarGracias Enrique...Muy bueno lo que has escrito....Así es la vida, golpe a golpe, lo aguantas, te repones y sigues, no hay otro camino, ya lo dijo el poeta hace mucho tiempo: Solo se hace camino al andar. Divino, muy buen texto. Un beso.
ResponderEliminarGracias Idolidia, me he puesto colorado. Vaya. Un abrazo-e.
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