18 abril 2013
Le cogí la mano y vi que temblaba sin que ella pudiera saber por qué, ella no sabia qué hacer, ni qué decir: "Enrique, me ha dicho que me quiere y no sé que hacer" - Juan, su marido, ultimaba los últimos sorbos de su carajillo preciado con el ritual propio de un empedernido y poco resignado, luchador ante lo imposible. Sus cincuenta y tres años de feliz matrimonio se mantenían erguidos a pesar de ese Alzheimer cabrón que a ella la tenía en esa feliz y estúpida nube, con que el mal envuelve a sus seguidores y yo no pude evitarlo, me puse a llorar por dentro y tímidamente, por fuera, dándome cuenta, como aspecto mas aleccionador de esa escena, que, felizmente, se puede amar después de amar.
Se puede amar despues de amar, asi como amar sin saber que lo hacemos.....La pena es que mientras podamos, en ocasiones seámos tan torpes de no hacerlo por aquellas cosas del ego mal llevado. Asi es la vida, al menos la de algunos.
ResponderEliminarVolver a amar. Me encanta tu tu deducción, Antonio.
EliminarGracias amigo,,,,,,,es que hoy tengo un dia de eso llamados misticos.
ResponderEliminarRegularmente, eso es esencial, Antonio
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