22 abril 2013
“Las seis y media, Enrique, arriba”. Ella estaba siempre ahí, estaba en todo. “Tómate la leche y date prisa o pierdes el autobús”. En la cartera de los libros de la UNI estaba siempre algún secreto en forma de regalo: Un trozo de chocolate, unos finísimos filetes de pernil dolç o una estampa de algún santo querido. Luego tenía que ir a los Ultramarinos del Isidre y a la Plaza del Mercat de la Sagrada Familia a hacer la compra del día. Sus brazos se hicieron torpes, seguramente, de tanto peso que debió llevar, año tras año, desde aquél lejano mercado al final de la Avenida Gaudí hasta la casa en Padre Claret. Olla va, cocido viene. Els nens comen en el comedor del SEU y el Agustín cinco minutos para comer y a la tarde al pluriempleo de la época pero ella le daba a la máquina de coser de día y de noche, entre una y otra cosa de hacer en la casa. “Si llegas mas tarde de las diez no hay cena, Enrique, tu padre no quiere …”, pero ella me tenía apartado el bocadillo en algún rincón del armario de la cocina. “Duermes …” y su sigiloso andar se dirigía al armario de contadores de la entrada a comprobar que el gas estuviese cerrado y que la llave de la puerta de entrada estuviese echada. Ella estaba siempre ahí, estaba en todo.
Aún hoy sigo encontrando notas de ella entre las páginas de alguno de esos libros del enorme legado librero que de ella heredé.
Feliz lunes, ánimo, ya solo quedan seis para que sea domingo, otra vez.
Es verdad: era como un bálsamo que siempre curaba nuestros males. Yo hace muchos años que la perdí, pero me acuerdo mucho de ella y además tengo la gran suerte de tener una casete que guardo como oro en paño, con una pequeña conversación grabada, con lo que su voz no se me ha olvidado.
ResponderEliminarAy, Alacantí, ay. Un abrazo
EliminarIntenso, emocionante, conmovedor,.......como todo lo escribes amigo. Otro 10!
ResponderEliminarGRACIAS AMIGO ANTONIO, PERO ESO SALE SOLO, NO TIENE MÉRITO. MUCHOS PENSAMOS IGUAL. VA CON NOSOTTROS HASTA EL FINAL.
EliminarUN ABRAZO
No recuerdo a quién oí que los nombres de las patronas de un pueblo se recordaban, no así los de los patrones. Quizás fuera porque a una madre es imposible olvidarla.
ResponderEliminarYa me dirás cómo andas de "patronas".
Ando con precaución, mucho cuidado y tiento y, si, y ando con un buen trato con ellas, con las patronas, María Luisa.
EliminarUn abrazo.
Un gran homenaje a tu madre Enrique.
ResponderEliminarBesos
Si, Eva, siempre que puedo lo hago y el caso es que sale sin que que pueda darme cuenta.
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