Por una u otra razón, hoy, me ha tocado estar cerca de un televisor mientras, en dos cadenas distintas, le hacían una entrevista a Alfonso Guerra con la excusa de la publicación de sus memorias. De todo le han preguntado menos sobre el libro, claro. Oírle reproducir los pensamientos de Albert Camus sobre cuestiones adheridas a la condición humana, tales como “Pienso luego existo” o sobre la verdad de aquella frase que, equivocadamente, le imputaron, de “El que se mueva no sale en la foto” o muchas cosas más que ha dicho con su generosa verbalidad de siempre, si, me ha encantado reencontrarme con él y con aquél sentir de mis años, aún, jóvenes, con sentimientos que encontraron acomodo en aquellos benditos años 80. No obstante y con diferencia sobre cualquier otra cosa de las muchas que ha dicho de modo pausado y con gran habilidad para no dejarse arrastrar por el interesado protagonismo del presentador, ha sido, sin duda, cuando ha definido la palabra Coherencia* con mayúscula, com la única fuerza que arrastra votos en la política y que eso, desgraciadamente, en los últimos años se ha perdido por completo para desencanto y hartazgo de los votantes de todos y de cada uno de los partidos políticos españoles.
No sé si será Alfonso Guerra, precisamente, el político que nos lo deba recordar, pero me ha gustado que, hoy, alguien lo haya hecho y desde un púlpito mediático de alcance nacional. No es normal, por eso, seguramente, me está encantando divulgarlo o eso o es que, ciertamente, lo estoy y de atar.
* coherencia
- f. Conexión, relación de unas cosas con otras: no hay coherencia entre lo que dices y lo que haces.
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