11 junio 2013
No me parecía justo que en el grupo cafetuliano, todos estuvieran pensando en el mal de males de Matilde y los lloros de su amado Antoine, cuando otros se lo estaban pasando como los de las de la Bíblica de Caná, como así parecía lo que estaban celebrando algunos representantes de una empresa de distribución de material cárnico que se habían instalado en el local ya que en su empresa, un buen día, los mandaron a casa, adaptaron sus despachos en su casa familiar y les cerraron la oficina por eso de LOS RECORTES.
Ahora se reúnen ahí, cada mañana, para tomar café y eso es una fiesta. Así que solo se me ha ocurrido algo absolutamente irracional: Me he levantado, me he metido tras el mostrador, he cogido el mando a distancia y, ante el estupor de la Loli, he apagado el televisor y con voz grave he dicho …“Por favor, un respeto, hay gente que lo está pasando muy mal” – Lo cierto es que para la estupidez que he hecho, no puedo decir que me hayan tratado muy mal. Los de la Cárnica se han mirado entre sí, se han puesto a reír, alguno, sotto voce, ha dicho: ¿Y al viejo éste que conyo le pasa? Pero en general, todos, lo que han hecho es seguir a su ritmo de charla y de fiesta sin más y sin remilgo alguno, en un claro manifiesto práctico de aquello de que la vida sigue, queramos o no, y tanto es así que mi afligido amigo Antoine, tras secarse las lágrimas que nos ha regalado a todos, se ha levantado como el mismo Cid Campeador en aquella famosa escena de no sé que película, en la que dice; Los expulsaré de mi tierra aunque sea muerto, es decir, con un brío de pelotas. Y el tío nos ha dicho adiós y se ha ido con una joven, que, por cierto, hablaba rarísimo, la cual le estaba esperando en la puerta con dos bicicletas de la leche, dejándonos, eso sí, un regalo sonoro válido para la frase del día; “Des gamins, les peines avec pain, sont moins”, que traducido a lo patrio queda, más o menos, así; “Chavales, las penas con pan, son menos” …
Ahora se reúnen ahí, cada mañana, para tomar café y eso es una fiesta. Así que solo se me ha ocurrido algo absolutamente irracional: Me he levantado, me he metido tras el mostrador, he cogido el mando a distancia y, ante el estupor de la Loli, he apagado el televisor y con voz grave he dicho …“Por favor, un respeto, hay gente que lo está pasando muy mal” – Lo cierto es que para la estupidez que he hecho, no puedo decir que me hayan tratado muy mal. Los de la Cárnica se han mirado entre sí, se han puesto a reír, alguno, sotto voce, ha dicho: ¿Y al viejo éste que conyo le pasa? Pero en general, todos, lo que han hecho es seguir a su ritmo de charla y de fiesta sin más y sin remilgo alguno, en un claro manifiesto práctico de aquello de que la vida sigue, queramos o no, y tanto es así que mi afligido amigo Antoine, tras secarse las lágrimas que nos ha regalado a todos, se ha levantado como el mismo Cid Campeador en aquella famosa escena de no sé que película, en la que dice; Los expulsaré de mi tierra aunque sea muerto, es decir, con un brío de pelotas. Y el tío nos ha dicho adiós y se ha ido con una joven, que, por cierto, hablaba rarísimo, la cual le estaba esperando en la puerta con dos bicicletas de la leche, dejándonos, eso sí, un regalo sonoro válido para la frase del día; “Des gamins, les peines avec pain, sont moins”, que traducido a lo patrio queda, más o menos, así; “Chavales, las penas con pan, son menos” …
PD: La anécdota la ha creado, hoy, mi amigo Pepe, el ex sindicalista hasta la muerte, que, cuando ya entrábamos en el tugurio de la Loli, nos dice: ¿Qué habrá querido decir Antoine con esa frase, Enrique? – Arturo, cuando me he ido, a eso de la una, aún estaba con un incontenible y socarrón ataque de risa, con un Pepe que no paraba de repetir; “¡Qué mericones*, sois, joé!” …
*: Pues eso.
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